domingo, 30 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Viernes, diciembre 21, 2012

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Primera lectura:
Del libro del profeta Sofonías: 3, 14-18
Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti, ha expulsado a todos tus enemigos. El Señor será el rey de Israel en medio de ti y ya no temerás ningún mal.
Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti. Él se goza y se complace en ti; Él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta".

Salmo responsorial:
Del salmo 32
Demos gracias a Dios, al son del arpa.
Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos; cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos alabémoslo.
Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo.
En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra ayuda y nuestro amparo; en el Señor se alegra el corazón y en Él hemos confiado.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-45
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".
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1 comentario:

  1. Muchas esperanzas se habían ido acumulando en la tradición profética de Israel. A los ojos de los pragmáticos y los desconfiados parecían declaraciones entusiastas, sin verificación alguna en la historia. Los profetas habían prometido de una y mil maneras la llegada de la justicia, la paz y la prosperidad para Israel y éstas no aparecían por ninguna parte. La destrucción de los opresores que anunciaba Sofonías no tenía verificación, al contrario, el poder romano parecía cada vez más implacable. El anuncio del nacimiento de Juan y Jesús podría resultar insignificante a los ojos de muchas personas suspicaces y descreídas. Para el corazón de María e Isabel aquel mensaje no era un falso consuelo. Ellas deletrearon la profunda esperanza que la vida de esos pequeños suscitaría en el corazón de Israel.

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