jueves, 6 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Sábado, noviembre 17, 2012

Primera lectura:
De la tercera carta del apóstol san Juan: 5-8
Querido hermano: En todo lo que has hecho por los hermanos, y eso que son forasteros, te has portado como verdadero cristiano. Ellos han elogiado públicamente ante esta comunidad el amor con que los has tratado.
Harás bien en ayudarlos de una manera agradable a Dios con lo que necesitan para su viaje, pues ellos se han puesto en camino por Cristo, sin aceptar nada de los paganos. Debemos, pues, ayudar a esos hermanos nuestros, para que seamos colaboradores en la difusión de la verdad.

Salmo responsorial:
Del salmo 111
Dichosos los que temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.
Fortuna y bienestar habrá en su casa; siempre obrarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.
Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente jamás se desviarán; vivirá su recuerdo para siempre.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: Hazme justicia contra mi adversario'.
Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ". Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?".

1 comentario:

  1. La parábola de la viuda y el juez aparece encuadrada por una clave de lectura que despeja cualquier malentendido. La parábola, dice el evangelista, tiene una finalidad precisa: es una invitación a la oración constante. El evangelista Lucas aprecia de forma notable el valor del diálogo personal del creyente con su Dios al Exhortarnos a orar, reconoce implícitamente que es existencia de los creyentes comienza y termina en Dios. Él nos regaló el don de la fe, y desde esa convicción necesitamos mantener abierta la comunicación con el dador de la vida cristiana. Quien se aísla de Dios pierde el rumbo y el sentido de su vida. La viuda no cesó de suplicar al duro juez. Y si bien, Dios no es un juez sordo, sino un Padre compasivo, necesitamos reiterar nuestros llamados para expresar la dimensión de nuestra confianza. Dios nos atiende gustosamente aunque no seamos insistentes. No son nuestros ruegos los que doblegan, es su generosidad que se desborda. Como se desbordó la generosidad del presbítero Gayo con los hermanos que lo visitaron.

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