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Persecución de los discípulos |
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano y os
perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante
reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para
que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar
la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una
sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos
vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos,
y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de
todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni
un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras
almas.
Oración introductoria: Espíritu Santo, dulce huésped de mi alma, Tú
eres mi Abogado y Consolador, el que me asiste, el
que me ilumina y guía. Ayúdame a ponerte en el
centro de mi vida y de mi actividad, especialmente hazte
presente en esta meditación.
Petición: Señor, dame la gracia de confiar
siempre en tu Providencia divina.
Meditación del Papa: Sólo radicados profundamente
en Cristo y en su Palabra se puede ser capaz
de no ceder a la tentación de reducir la evangelización
a un proyecto puramente humano, social, escondiendo o callando la
dimensión trascendente de la salvación ofrecida por Dios en Cristo.
Es una palabra que debe ser testimoniada y proclamada de
forma explícita, porque sin un testimonio coherente esta es menos
comprensible y creíble. Aunque a menudo nos sentimos inadecuados, pobres,
incapaces, mantenemos siempre la certeza en el poder de Dios,
que pone su tesoro en "vasos de barro" precisamente para
que se vea que es Él quién actúa a través
de nosotros. El ministerio de la evangelización es fascinante y exigente:
requiere del amor por el anuncio y el testimonio, un
amor total que puede verse marcado hasta por el martirio.
La Iglesia no puede faltar en su misión de llevar
la luz de Cristo, de proclamar el feliz anuncio del
Evangelio, aún si ello comparta la persecución. Es parte de
su misma vida, como lo ha sido para Jesús. Los
cristianos no deben sentir temor, aunque "sean actualmente el grupo
religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa
de la propia fe" Benedicto XVI, 16 de mayo de
2011.
Reflexión: Cuando un día el obispo, además de darnos una cachetada,
nos ungió la frente con el óleo de la confirmación
en la fe, no cumplió con una especie de rito
necesario para que luego pudiésemos acceder a los demás sacramentos,
especialmente el matrimonio. Fuimos confirmados en la fe. Fuimos constituidos
“testigos” de Cristo en el mundo. Llegamos a la madurez
de nuestra entrega al Señor. ¿Y qué mejor testimonio que
el martirio por Cristo? Pero atendamos a las entrañas de amor
de Cristo para con su tan amada criatura. No es
nuestro Dios un dios que se goza viéndonos sufrir o
queriendo que suframos simplemente porque sí. Seguir a Cristo no
implica vivir de tormentos toda la vida. Amarlo no es
dejar que nos golpeen toda nuestra bendita existencia. Cuando Cristo nos
previene de las persecuciones únicamente está siendo realista con nosotros,
nos está dando como un voto de confianza. “Me habéis
amado. Pues sabed que vuestros hermanos no siempre actuarán movidos
por el amor como fuera de esperar sino que os
harán sufrir. Pero confiad Yo he vencido con el amor
al mundo”. No son, pues, palabras que hemos de temer
sino consejos de amor, de grande esperanza. Es el peso
del amor. El egoísmo está muy difundido en nuestro mundo,
pero como cristianos estamos llamados a amar y a vencer
con el amor el egoísmo. Y aunque tengamos mil problemas
tenemos en Cristo la confianza de haber obtenido la victoria.
¡Ya hemos vencido! Porque Él nos ha amado primero y
ya nos ha prometido de no abandonarnos en esta dulce
lucha por Él que es nuestro Amado. ¿No es cierto
que es un gozo, entonces, poder dar testimonio por Alguien
a quien amamos de verdad?
Propósito: No podemos faltar en nuestra
misión de llevar la luz de Cristo, de proclamar el
feliz anuncio del Evangelio, aún si ello comparta la persecución.
Que no me de pena hablar de Dios a los
demás.
Diálogo con Cristo: Señor, seguir tu Evangelio, ser un discípulo
y misionero de tu amor, es oponerse a lo que
el mundo ofrece y que la mayoría considera como auténtica
felicidad. Necesito hacer un sincero esfuerzo por adquirir aquellas virtudes
que me permitan vivir auténticamente mi fe: la pureza, la
fidelidad, la humildad, la sinceridad y la autenticidad. Te pido,
por intercesión de María, la sabiduría y la fuerza que
necesito para serte fiel.
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Como cristianos estamos llamados a amar y a vencer con amor el egoísmo.
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