miércoles, 26 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Sábado, diciembre 1, 2012

Primera lectura:
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 22, 1-7
El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río del agua que da la vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En el centro de la plaza de la ciudad y en cada lado del río, crecía un árbol de la vida, que daba doce cosechas al año, una cada mes, y sus hojas sirven para dar la salud a las naciones. Ahí no habrá ya ninguna maldición.
En la ciudad estará el trono de Dios y el del Cordero, y sus servidores le darán culto, lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Ahí no habrá ya noche ni habrá necesidad de lámparas o de sol, porque el Señor Dios los iluminará con su luz y reinarán por los siglos de los siglos.
Luego el ángel me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios, que inspiró a los profetas, ha enviado su ángel para comunicar a sus servidores lo que tiene que suceder en breve. Ya estoy a punto de llegar. Dichoso quien le hace caso al mensaje profético contenido en este libro".

Salmo responsorial:
Del salmo 94
Demos gracias al Señor.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él llenos de júbilo y démosle gracias.
Porque el Señor es un Dios grande, es un rey más grande que todos los dioses: en sus manos están los abismos de la tierra y son suyas las cumbres de las montañas; el mar es suyo, pues Él lo hizo, y también la tierra, pues la formó con sus manos.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo, Él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 34-36
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre".

1 comentario:

  1. La dificultad creciente que numerosos jóvenes experimentan para abrirse a la esperanza cristiana es patente. Sin intentar justificarlos, podemos anotar que los creyentes no parecemos vivir de acuerdo a esa esperanza. El libro del Apocalipsis llama dichosos a cuantos sean capaces de abrir su corazón a la esperanza cristiana. La muerte de los que amamos pareciera querernos expropiar la esperanza. Su doloroso vacío nos lastima. Solamente desde la fe en la victoria del resucitado podemos reponernos de su partida. Desde otra perspectiva, el Evangelio de san Lucas nos alienta, recordándonos que el gran ausente, Jesús resucitado, no se ha desentendido de nosotros: volverá; y la mejor manera de esperarlo, es manteniendo la mente alerta para no dejarnos embobar por las preocupaciones de la vida.

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