domingo, 30 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Jueves, diciembre 27, 2012

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Primera lectura:
De la primera carta del apóstol san Juan: 1, 1-4
Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a aquel que es la Palabra de la vida.
Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y se nos ha manifestado a nosotros. Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea completa.

Salmo responsorial:
Del salmo 96
Alégrense, justos, con el Señor.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor, que se asienta en la justicia y el derecho.
Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense, justos, con el Señor y bendigan su santo nombre.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 2-9
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
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1 comentario:

  1. San Juan evangelista, el discípulo que había llegado primero, el que vio y creyó. La tradición del cuarto Evangelio se asienta en la figura del discípulo amado. La tradición nos lo presenta en calidad de testigo fiel de la persona y la obra de Jesús. No fue un aprendiz de sermones, ni un devorador de libros, sino un amigo íntimo que siguió el camino de su Señor. Desde esa condición de íntimo amigo del Señor Jesús rindió su testimonio. La Primera de las cartas que llevan su nombre se abre con un hermoso prólogo donde el portavoz del testimonio, ratifica su condición de testigo de primera mano. Su experiencia personalísima comenzó en Galilea, ahí aprendieron a reconocer la luz de Dios presente en Jesús. Todo lo que vivieron desde el principio y que continuaron deletreando a lo largo de todo su ministerio fue lo que compartieron a la segunda generación cristiana: la desbordante oferta de vida que Dios les había hecho a través de su Hijo Jesús.

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