domingo, 30 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Miércoles, diciembre 5, 2012

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Primera lectura:
Del libro del profeta Isaías: 25, 6-10
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte".

Salmo responsorial:
Del salmo 22
Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
Por ser un Dios fiel a sus promesas me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 29-37
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a Él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y Él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino". Los discípulos le preguntaron: "¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?". Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos contestaron. "Siete, y unos cuantos pescados".
Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
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1 comentario:

  1. Los sumarios que refieren las numerosas curaciones de todo tipo de enfermos reflejan el entusiasmo popular que suscitaba Jesús entre la gente afligida de Galilea. La narración de la comida abundante gire Jesús les ofreció, sin más recursos que unos cuantos panes y la bendición de su Padre, nos anticipan de alguna manera el banquete de la abundancia que nos refiere el texto profético de Isaías. En la profecía de Isaías el banquete cumple una función celebrativa. El Señor organiza una comida festiva para celebrar con los suyos una victoria contundente. La muerte, el enemigo invencible, ha sido vencida. El luto, el llanto y el dolor no serán los gestos decisivos. No tendrá sentido volver a entristecerse El gozo, la fiesta y la alegría serán bienvenidos. Dios ha conseguido una victoria incomparable: es el monte Sión ha brillado la resurrección. La muerte no ha conseguido retener al Señor Jesús. Dios ha reivindicado a su Hijo, otorgándole la plenitud de la vida para siempre.

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