domingo, 30 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Viernes, diciembre 14, 2012

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Primera lectura:
Del libro del profeta Isaías: 48, 17-19
Esto dice el Señor, tu redentor, el Dios de Israel:
"Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye en lo que es provechoso, el que te guía por el camino que debes seguir. ¡Ojalá hubieras obedecido mis mandatos! Sería tu paz como un río y tu justicia, como las olas del mar. Tu descendencia sería como la arena y como granos de arena, los frutos de tus entrañas. Nunca tu nombre hubiera sido borrado ni arrancado de mi presencia".

Salmo responsorial:
Del salmo 1
Dichoso el hombre que cotilla en el Señor.
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 16-19
En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado'.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Tiene un demonio'. Viene el Hijo del hombre, y dicen: ‘Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir'. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras".
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1 comentario:

  1. Ambas lecturas dan una mirada crítica al pasado de Israel. El profeta Isaías repasa la historia reciente del reino de Judá y discierne que todos los descalabros que sufrieron, —exilio, destrucción de Jerusalén, pérdida de la libertad— podrían haberse evitado, si los dirigentes y el pueblo en general, hubiesen aprendido a escuchar los llamamientos proféticos y las en la instrucciones contenidas en la Torah. Ni una cosa ni otra cosa ocurrieron porque optaron por una elección insensata, apostándole a los pactos militares con aliados engañosos. En tiempos de Juan el Bautista y Jesús, el pueblo volvió a confundirse y desestimó por igual ambas opciones. Al profeta del Jordán lo desairaron por su manera ascética de vivir y al Señor Jesús, lo ningunearon porque acogía gustosamente a los pecadores públicos y por compartir la mesa con ellos. Se atoraron en esos pretextos y desoyeron el mensaje de fondo que habría sido su salvación.

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