domingo, 30 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Martes, diciembre 4, 2012

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Primera lectura:
Del libro del profeta Isaías: 11, 1-10
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará. La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de la ciencia del Señor.
Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada.

Salmo responsorial:
Del salmo 71
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Que bendigan al Señor eternamente, y tanto como el sol, viva su nombre. Que Él sea la bendición del mundo entero y lo aclamen dichoso las naciones.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 21-24
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
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1 comentario:

  1. La hermosísima y bien construida profecía del capítulo undécimo de Isaías es un reto a nuestra capacidad de resistir los usos y costumbres violentos. En la serie de parejas de animales domésticos y salvajes encontramos un clima de conciliación: la víctima y el verdugo cohabitan sin que los instintos violentos estallen. Más aún, salen sobrando los látigos y los capataces. El pastoreo de las fieras lo realiza un niño "temerario" que introduce su mano en el escondrijo de la serpiente. La tradición bíblica suele recurrir a imágenes del mundo animal para retratar algunos rasgos del comportamiento humano. El profeta apuesta a construcción de un mundo exento de depredadores. Los humanos estamos ante una disyuntiva: humanizarnos, tratándonos recíproca y respetuosamente o deshumanizarnos convirtiéndonos en fieras violentas. En tiene sentido, podemos apropiarnos de la bienaventuranza del Señor Jesús y usarla de manera parafraseada, diciendo: dichosos los ojos que contemplen el florecimiento de la paz y la tranquilidad en la tierra.

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