lunes, 17 de diciembre de 2012

Lecturas del Día Lunes, noviembre 19, 2012

Primera lectura:
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 1,14; 2,1-5
Ésta es la revelación que Dios le confió a Jesucristo, para que Él manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunicó, por medio de un ángel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profecía y hagan caso de lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.
Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí al Señor, que me decía: "Al encargado de la comunidad cristiana de Éfeso escríbele así: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
`Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes' ".

Salmo responsorial:
Del salmo 1
El Señor protege al justo.
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".
En seguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

1 comentario:

  1. Como bien dice el refrán: “el sordo no oye, pero bien que compone”. La sordera se convierte en ocasiones en una estrategia de sobrevivencia. Quien no está dispuesto a confrontarse consigo mismo prefiere bloquear sus sentidos para no darse cuenta del entorno en que vive. El libro del Apocalipsis comienza con una bienaventuranza: "dichoso el que lee y los que escuchan esta profecía". Leer y escuchar el designio de Dios es Prometedor. Quien aprende a escuchar las voces proféticas las criticas fundadas y hasta los insultos nacidos de la emotividad y el resentimiento, tiene oportunidad de mirarse en el espejo. Una iglesia que silencia a sus profetas está encaminándose hacia la decadencia. El ciego de Jericó había perdido algunas habilidades visuales, pero había desarrollado otras. Su oído fino le Permitió Percatarse de las noticias: Jesús de Nazaret estaba en las cercanías, con su llegada, su suerte podría cambiar. Buena fama acompañaba a Jesús como sanador de la gente desvalida.

    ResponderEliminar