martes, 30 de octubre de 2012

El Evangelio Meditado del Día Sábado, octubre 27, 2012

Autor: Misael Cisneros Garnica | Fuente: Catholic.net
La higuera estéril
Lucas 13, 1-9. Tiempo Ordinario. Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos por nuestra propia conversión.
La higuera estéril
La higuera estéril
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9

En aquel tiempo llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?" Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, las cortas."

Oración introductoria:
Padre, nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para nosotros.

Petición:
Jesús, gracias por darme la oportunidad de mejorar, de servirte, de amarte. Dame tu gracia para luchar cada día por dar fruto.

Meditación del Papa:
Jesús nos dirige este llamamiento no con una severidad que es un fin en sí misma, sino porque se preocupa por nuestro bien, por nuestra felicidad, por nuestra salvación. Por parte nuestra, debemos responderle con un sincero esfuerzo interior, pidiéndoles que nos haga entender de qué puntos en particular tenemos que convertirnos. La conclusión del pasaje evangélico retoma la perspectiva de la misericordia, mostrando la necesidad y la urgencia de la vuelta a Dios, de renovar la vida según Dios. Refiriéndose a una costumbre de su tiempo, Jesús presenta la parábola de una higuera plantada en una viña; esta higuera, sin embargo, resulta estéril, no da frutos. El diálogo que tiene lugar entre el amo y el viñador manifiesta, por una parte, la misericordia de Dios, que tiene paciencia y deja al hombre, a todos nosotros, un tiempo para la conversión; y por otra, la necesidad de poner en marcha en seguida el cambio interior y exterior de la vida para no perder las ocasiones que la misericordia de Dios nos ofrece para superar nuestra pereza espiritual y corresponder al amor de Dios con nuestro amor filial. Benedicto XVI, 7 de marzo de 2011

Reflexión:
Hoy Cristo desenmascara una preocupación presente en muchos hombres de nuestro tiempo. Y es la preocupación de pensar que los sufrimientos de la vida tienen que ver con la amistad o enemistad con Dios. Cuando todo va bien y no hay grandes angustias o desconsuelos creemos que estamos en paz y amistad con Dios. Y puede ser que realmente no suframos grandes ahogos y a la vez estemos con Dios pero Cristo nos muestra que no es así la forma de verlo.
¿Acaso los miles de personas que mueren en los atentados padecieron de esa forma porque eran más pecadores que nosotros? Por supuesto que no, pues Dios no es un legislador injusto que castiga a quienes pecan. Mejor es preocuparnos por nuestra propia conversión y dejar de juzgar a los demás por lo que les pasa en la vida. Que si este vecino se fue a la banca rota su negocio porque no daba limosna o el otro se le dividió la familia porque no iba a misa o el de más allá se le murió un hijo porque decía blasfemias.
Dejemos de calcular cómo están los demás ante Dios e interesémonos más por nuestra propia conversión. Los acontecimientos dolorosos de la vida no son la clave para ver la relación de Dios con nuestro prójimo. Dios puede permitir una gran cantidad de sufrimientos en una familia para hacerles crecer en la fe y confianza con Él, pero no por eso quiere decir que Dios está contra ellos.

Propósito:
Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos más por nuestra propia conversión.

Diálogo con Cristo:
No hay excusas, la lección de la parábola es clara. Cuando el Creador viene a buscar frutos, es porque es tiempo de que haya frutos. No se trata de aparentar o verse bien, sino haber producido los frutos de acuerdo al plan de Dios. Gracias, Jesús, por interceder por mí y darme otra oportunidad para que, con la gracia de la Eucaristía, pueda rectificar lo que deba cambiar en mi vida y aspirar a la eficacia apostólica, donde es necesario morir a mi propia comodidad para dar fruto.

1 comentario:

  1. Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos por nuestra propia conversión.

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