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¿Quién será el mayor? |
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50 En aquel
tiempo se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de
ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en
su corazón, tomó a un niño, le puso a su
lado, y les dijo: «El que reciba a este niño
en mi nombre, a mí me recibe; y el que
me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha
enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es
mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a
uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de
impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo:
«No se lo impidáis, pues el que no está contra
vosotros, está por vosotros».
Oración introductoria: Dios mío, hoy que
celebramos a santa Teresita del Niño Jesús, pido su intercesión
para saber vivir con la fe y la humildad que
la caracterizó. Señor, concédeme iniciar esta meditación con un corazón
de niño, es decir, consciente de mi pequeñez, de mi
fragilidad y pobreza, pero con total confianza en tu amor.
Petición: Espíritu Santo, enséñame a verme, y a actuar, como el
llamado a servir a todos, sin vanagloriarme por ello.
Meditación
del Papa: Así pues, ¿cómo no deplorar y condenar enérgicamente el
trato intolerable que reciben tantos niños en África? La Iglesia
es madre y no sabría abandonarlos, sean quienes sean. Hemos
de ponerles a la luz del amor de Cristo dándoles
su amor, para que ellos oigan decir: "Eres precioso para
mí, de gran precio, y te amo". Dios quiere la
felicidad y la sonrisa de cada niño, y está a
su favor "porque de los que son como ellos es
el reino de Dios". Jesucristo ha mostrado siempre su predilección
por los más pequeños. El Evangelio mismo está impregnado de
la profunda verdad sobre el niño. En efecto, ¿qué quiere
decir: "Si no os convertís y os hacéis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos"? ¿Acaso no
hace Jesús de los niños un modelo también para los
adultos? En los niños, hay algo que nunca debe faltar
a quien quiere entrar en el reino de los cielos.
Se promete el cielo a todos los que son sencillos
como los niños, a todos que, como ellos, están llenos
de un espíritu de abandono en la confianza, puros y
ricos de bondad. Sólo ellos pueden encontrar en Dios a
un Padre y llegar a ser, gracias a Jesús, hijos
de Dios. Hijos e hijas de nuestros padres, Dios quiere
que todos seamos sus hijos adoptivos mediante la gracia. Benedicto
XVI, Exhortación apostólica postsinodal Africae munus, n. 67 y 68,
2008.
Reflexión: ¡Qué difícil es mantenerse sencillo en una sociedad tan rival
como la nuestra! Todos queremos más: el ascenso, la promoción,
el prestigio, el aparentar... así como les pasó a los
discípulos, a ver quién es el más importante. Se ve
que las raíces humanas son iguales para todos. Es preciso
liberarse de la tiranía de la "fachada" para vivir en
la verdad de nuestro ser. ¿Qué ganas con los aplausos
si después en la soledad del corazón queda la angustia
y el miedo? Es importante sanear nuestra historia, iluminar tantas
zonas obscuras y liberar tantos miedos que nos atenazan. Sólo
así podremos disfrutar la alegría y sencillez de los niños
para acoger gozosamente la voluntad de Dios, y así ser
"importantes" en el Reino de los Cielos. La felicidad no
viene del mucho tener, ni tampoco del gran saber; es
planta fina, cultivada en la pureza del corazón y
que da sus frutos en la paz y sencillez de
vida. ¡Oh Dios!, que aborreces al que da con arrogancia y
te complaces en los limpios y sencillos, te pedimos nos
concedas un corazón pobre y humilde para gozar de las
cosas de la vida con la alegría y la paz
de los niños y así ser testigos de tu Bondad
entre los hombres.
Propósito: Definir y poner en práctica, un medio para
vivir un estilo de vida más sencillo y modesto.
Diálogo con
Cristo: Jesús, hazme un misionero de tu amor, que ayude a
los demás con un espíritu de alegría y humildad, sabiendo
tener la apertura sencilla de un niño ante los demás.
Ver en ellos lo bueno, lo que nos une, en
vez de buscar defectos.
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La felicidad se cultiva en el corazón y da sus frutos en la paz y sencillez de vida.
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