martes, 30 de octubre de 2012

Lecturas del Día Jueves, octubre 25, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (3, 14-21)
Hermanos: Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la fe en sus corazones. Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
A Él, que, con su poder que actúa eficazmente en nosotros, puede hacer infinitamente más de lo que le pedimos o entendemos, le sea dada la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades y por todos los siglos. Amén.

Salmo Responsorial:
Salmo 32
Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Que los justos aclamen al Señor; es Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12, 49-53)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

1 comentario:

  1. Las personas somos el fruto del amor de nuestros padres. Cuando podemos crecer en un clima de amor y cariño nos desarrollamos con seguridad y confianza. Sabemos de sobra que el amor deja una marca indeleble para toda la vida. Desde la experiencia misionera del apóstol san Pablo, no hay una vivencia más trascendente que experimentar el amor de Dios. En la medida que vivamos la experiencia del amor de Dios en nuestra vida, podremos experimentar plenamente el sentido profundo de nuestra existencia. Algún afamado escritor ha dicho que "el amor siempre produce amor" y que por tanto, nadie: deberá sentirse intranquilo cuando ame. El amor de Dios nos transforma y nos habilita para amar a los hermanos. No en balde, se ha asociado al amor con la imagen del fuego. Efectivamente el Señor Jesús ha venido a traer fuego a la tierra. Si nos atenemos a la analogía del Cantar de los Cantares, podemos decir que el fuego que Jesús trae es el amor inagotable. Ese y no otro es el amor del Mesías.

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