martes, 30 de octubre de 2012

Lecturas del Día Sábado, octubre 27, 2012


Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (4, 7. 11-16)
Hermanos: Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien
concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y
esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Así, ya no seremos como niños, zarandeados por las olas y llevados de un lado para otro por el viento de cualquier doctrina, a merced de hombres malvados y astutos, que conducen engañosamente al error. Por el contrario, viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo. De Él, todo el cuerpo recibe su organización, su cohesión y su vida, según la actividad propia de cada una de las partes, y así el cuerpo va creciendo y construyéndose por medio del amor.

Salmo Responsorial:
Salmo 121
Vamos a la casa del Señor.
¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (13, 1-9)
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: "¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante".
Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?'. El viñador le contestó: 'Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré'".

1 comentario:

  1. El relato del Evangelio de san Lucas aborda la cuestión de la responsabilidad y la rendición de cuentas. Los cristianos reconocemos que Dios ha invertido generosamente en nuestra vida. Nos ha cultivado con la palabra profética, con la experiencia de los sabios, con la guía prudente de nuestros maestros. A tanta y tan esmerada educación corresponderá una cosecha abundante. Nadie puede vivir de sueños. Todos nuestros proyectos responden a unos objetivos y expectativas bien concretas. Dios siembra generosamente, a tiempo y a destiempo, en nuestro corazón. La suya no es una inversión "a fondo perdido". Él espera recuperar lo invertido. Ningún fruto podremos producir que sea realmente indispensable para Dios. Los frutos que espera recoger, acarrearán mejoría y bienestar profundo para las personas con quienes vivimos. El quehacer de maestros, evangelistas, profetas y doctores tiene que repercutir en la comunidad creyente. Si Dios no va dilapidando sus dones, tampoco nosotros podremos desobligarnos de nuestra vocación cristiana. Con el don que recibimos podremos servir a nuestros hermanos.

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