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La mies es mucha |
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo,
designó el Señor otros setenta y dos, y los envió
de dos en dos delante de sí, a todas las
ciudades y sitios a donde él había de ir. Y
les dijo: La mies es mucha, y los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros
a su mies. Id; mirad que os envío como corderos
en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni
sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En
la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta
casa." Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra
paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que
tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de
casa en casa. En la ciudad en que entréis y
os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos
que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios
está cerca de vosotros." En la ciudad en que entréis
y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
"Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha
pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con
todo, que el Reino de Dios está cerca." Os digo
que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que
para aquella ciudad.
Oración introductoria: Señor Jesús, gracias por esta oportunidad
de poder dialogar contigo en la oración. Tú lo sabes
todo, sabes que quiero responder a la misión que me
has encomendado, porque la cosecha es mucha para tan pocos
misioneros. Te ofrezco toda mi atención y confío en que
me darás las gracias necesarias para dedicarme a trabajar con
mucho entusiasmo y amor en la extensión de tu Reino.
Petición: Señor,
concédeme la gracia de aceptar tus indicaciones para ser un
auténtico discípulo y misionero de tu Iglesia.
Meditación del Papa: Jesús
envía a setenta y dos discípulos a la gran mies
que es el mundo, invitándoles a rezar para que el
Señor de la mies, mande obreros a su mies; pero
no les envía con medios potentes sino "como corderos en
medio de lobos", sin bolsa ni cayado, ni sandalias. San
Juan Crisóstomo, en una de sus homilías, comenta: Siempre que
seamos corderos, venceremos y aunque estemos rodeados de muchos lobos,
conseguiremos superarlos. Pero si nos convertimos en lobos, seremos derrotados,
porque nos faltará la ayuda del Pastor. Los cristianos no
deben ceder nunca a la tentación de convertirse en lobos
entre lobos; el reino de paz de Cristo no se
extiende con el poder, con la fuerza, con la violencia
sino con el don de uno mismo, con el amor
llevado al extremo, también a los enemigos. Jesús no vence
al mundo con la fuerza de las armas, sino con
la fuerza de la Cruz, que es la verdadera garantía
de la victoria. Y esto tiene como consecuencia para quien
quiere ser discípulo del Señor, su enviado, el estar preparado
para la pasión y para el martirio, para perder la
propia vida por Él, para que en el mundo triunfe
el bien, el amor, la paz. Esta es la condición
para poder decir, entrando en toda realidad: "Paz a esta
casa". Benedicto XVI, 26 de octubre de 2011.
Reflexión: La historia de
la salvación está llena de envíos de Dios. Envía a
Abraham para formar el nuevo pueblo (Gén 12,1), envía a
José a Egipto para salvar vidas (Gén 45, 4-5), envía
a Moisés para sacar a su pueblo de Egipto (Éx,
3,10), envía a los profetas para proclamar su voluntad y
envía a multitud de ángeles para que transmitan sus designios.
Cuando Jesús envía a los discípulos recalca el deseo que
Dios tiene de que su mensaje llegue a los hombres
a través de otros hombres. Jesucristo envía a sus amigos
a los lugares donde Él había de ir. ¡Con qué
entusiasmo, con qué alegría, con qué ilusión partirían estos setenta
y dos privilegiados! El solo pensamiento de que Jesús confiaba
en ellos sería como una brisa fresca que les renovaba
el alma cada mañana. Nosotros podemos continuar la labor que
ellos comenzaron. También hoy Jesús quiere entrar en muchos corazones
y necesita de amigos -¡nosotros!- que le preparen el camino.
Preparan el camino de Jesús la madre y el padre
de familia que, a pesar de sus muchos afanes, sacan
todos los días unos minutos para convivir con los hijos
y enseñarles con las palabras y el ejemplo las virtudes
y la forma de vivir de un cristiano. Prepara el
camino de Jesús el que con su vida honrada provoca
a creer que sí se puede -¡qué hallazgo!- vivir con
la honestidad que Cristo predicaba. Preparan el camino a Jesús
esos jóvenes que tienen el valor heroico y martirial («mártir»
viene del griego «testigo») de vivir con pudor y respeto
al cuerpo en esta sociedad obsesionada por la libídine y
que se muere de envidia ante estas almas con las
agallas suficientes para librarse de la esclavitud que a ella
le sofoca. Prepara el camino de Jesús el cristiano que
cada día despierta con la ilusión maravillosa de saberse elegido
por Cristo para hacerle presente entre los hombres. Prepara el
camino de Jesús el cristiano que se sabe puente entre
Dios y los hombres, y sabe respetar la voluntad de
Dios para cada alma. También hoy el Espíritu Santo inspira
caminos diferentes dentro de la Iglesia para llevarnos a Cristo.
Caminos que debemos amar, defender y proteger. Preparan el camino
de Jesús las almas cansadas que se esfuerzan por sonreír
con la cara y con el alma a cada día
lleno de lo mismo, a cada sorpresa no del todo
grata.
Propósito: Preparemos el camino de Jesús como personas agradecidas, que
endulzan la vida y son recreo del cielo por su
sencillez.
Diálogo con Cristo: Jesús, Tú me enseñas que quien te
lleva en el corazón se llena de paz y transmite
la paz. Necesito crecer en la paciencia y la humildad
para ser ese instrumento que pueda llevar tu paz, donde
haya desunión, egoísmo, tristeza, etc., como nos dice san Francisco
de Asís que celebramos hoy. No permitas que me autoengañe
«aparentando» seguir tu voluntad cuando en el fondo busco hacer
siempre mi parecer.
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Prepara el camino de Jesús el que cada día despierta con la ilusión de saberse elegido por Cristo.
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