domingo, 14 de octubre de 2012

Lecturas del Día Lunes, octubre 8, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (1, 6-12) 
Hermanos: Me extraña mucho que tan fácilmente hayan abandonado ustedes a Dios Padre, quien los llamó a vivir en la gracia de Cristo, y que sigan otro Evangelio. No es que exista otro Evangelio; lo que pasa es que hay algunos que los perturban a ustedes, tratando de cambiar el Evangelio de Cristo.
Pero, sépanlo bien: si alguien, yo mismo o un ángel enviado del cielo, les predicara un Evangelio distinto del que les hemos predicado, que sea maldito. Se lo acabo de decir, pero se lo repito: si alguno les predica un Evangelio distinto del que ustedes han recibido, que sea maldito.
¿A quién creen que trato de agradar con lo que acabo de decir? ¿A Dios o a los hombres? ¿Acaso es ésta la manera de congraciarse con los hombres? Si estuviera buscando agradarles a ustedes no sería servidor de Cristo.
Quiero que sepan, hermanos, que el Evangelio predicado por mí no es un invento humano, pues no lo he recibido ni aprendido de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Salmo Responsorial:
Salmo 110
Alabemos al Señor de todo corazón.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio.
Justas y verdaderas son sus obras, son dignos de confianza sus mandatos, pues nunca pierden su valor y exigen ser fielmente ejecutados.
Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 25-37)
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?". El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás".
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: `Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?". El doctor de la ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".

1 comentario:

  1. El apóstol san Pablo manifiesta una claridad meridiana en sus planteamientos. Quien ha encontrado de forma vivencial al Señor Jesús no puede andar persiguiendo reconocimientos y honores humanos. La buena noticia de Jesús muerto y resucitado no está sujeta a adaptaciones y regateos. No se trata de abaratar la oferta de la gracia como si se tratara de una subasta comercial. El afán de popularidad les juega malas pasadas a los predicadores del evangelio, los vuelve fatuos y vanidosos. Solamente desde la libertad interior que conquistó san Pablo, se puede anunciar congruentemente la buena nueva de Jesús. De esa congruencia nos ofrece una ilustración irrefutable la parábola del Buen Samaritano. No son los discursos e instrucciones de los sacerdotes, ni los cánticos y rezos de los levitas los que agradan a Dios. La compasión del samaritano que se aproxima al herido es la que abre la puerta a la vida eterna. Fariseos y levitas pretendían agradar a Dios por atajos tortuosos. La ruta directa para agradarlo pasa por el servicio y el auxilio a los necesitados.

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