sábado, 20 de octubre de 2012

Lecturas del Día Sábado, octubre 20, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (1, 15-23)
Hermanos: Me he enterado de su fe en el Señor Jesús y del amor que demuestran a todos los hermanos, por lo cual no dejo de dar gracias por ustedes, ni de recordarlos en mis oraciones, y le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo. Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en Él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual, sino también del futuro. Todo lo puso bajo sus pies y a Él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.

Salmo Responsorial:
Salmo 8
¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! Tu grandeza sobrepasa los cielos y hasta los niños de pecho te dan alabanza perfecta.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12, 8-12)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.
A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir".

1 comentario:

  1. Los lectores del Evangelio de san Lucas al igual que los destinatarios de la carta a los Efesios no vivían inmersos dentro de alguna burbuja. Vivían en comunidades pluriculturales marcadas por diferentes creencias y mentalidades. El cristianismo era un camino entre muchos otros que se proponían en las plazas y ciudades del Imperio romano. No disfrutaban de ventaja ni privilegio alguno. Más aun, su modo de organizarse y de vivir su fe cristiana, estaba expuesto al escrutinio y el análisis público. Se confrontaban con la tentación de renegar de su fe para alcanzar el honor y el reconocimiento de la sociedad. De esa manera entendemos la exhortación evangélica a pronunciarse por Cristo delante de los hombres. Cuando el cristiano asume su fe con todas sus consecuencias enfrenta contratiempos que lo pueden hacer vacilar. Para sobreponerse a todas las dificultades no basta la sola buena voluntad. Un discípulo que se mantenga fiel al Señor, recibirá siempre el consuelo del Espíritu y encontrará la manera de resistir y vivir congruentemente su fe.

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