viernes, 26 de octubre de 2012

Lecturas del Día Miércoles, octubre 24, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (3, 2-12)
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este designio secreto que acabo de exponerles brevemente. Y al leer esto, podrán darse cuenta del conocimiento que tengo del designio secreto de Dios realizado en Cristo.
Éste es un designio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo. Y yo he sido constituido servidor de este Evangelio por un don gratuito de Dios, que me ha sido concedido con toda la eficacia de su poder.
A mí, el más insignificante de todos los fieles, se me ha dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Él lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercamos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo.

Salmo Responsorial:
Isaías 12
El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación.
Den gracias al Señor e invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten, jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12, 39-48)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
Entonces Pedro le preguntó a Jesús: "¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?". El Señor le respondió: "Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si ese siervo piensa: 'Mi amo tardará en llegar' y empieza a maltratar a los otros siervos y siervas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte de los desleales. El siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más".

1 comentario:

  1. El capítulo cuarto de la carta a los Efesios abre la sección exhortativa de la misma, es por esa razón que encontramos variadas invitaciones a concretar la vocación cristiana. La paciencia, la corrección fraterna, el amor y la sencillez son actitudes que permiten consolidar la vida de fe en nuestras comunidades cristianas. Desde esa mirada, el cristiano sabrá ser agente de comunión y de participación corresponsable. Cada bautizado ejerce su única vocación cristiana desde su propia situación personal. Para descubrir sensatamente la forma de concretar las urgencias que nuestra fe nos plantea en las diferentes situaciones cotidianas, tenemos que desarrollar nuestra capacidad de discernir. No hay respuestas universales ni prefabricadas. El cristiano va madurando y aprendiendo a tomar decisiones que le permitan responder de forma creyente a los desafíos propios de su momento histórico.

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