domingo, 14 de octubre de 2012

Lecturas del Día Jueves, octubre 4, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de Job (19, 21-27)
Job tomó la palabra y dijo: "Tengan compasión de mí, amigos míos, tengan compasión de mí, pues me ha herido la mano del Señor ¿Por qué se ensañan contra mí, como lo hace Dios, y no se cansan de escarnecerme? Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre. Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantará a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo contemplarán. Ésta es la firme esperanza que tengo".

Salmo Responsorial:
Salmo 26
No me abandones, Dios mío.
Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión; el corazón me dice que te busque y buscándote estoy.
No rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi único auxilio; no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía.

Evangelio: 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 1-12)
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: 'Que la paz reine en esta casa'. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: 'Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios'.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: 'Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca'. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad".

1 comentario:

  1. Cada uno de estos pasajes refiere anuncios esperanzadores por boca de sus protagonistas. De un lado encontramos al Señor Jesús que envía a los discípulos con el encargo de anunciar la inminente llegada del Reino de Dios. Los oyentes de los misioneros galileos podían acoger o rechazar el mensaje a partir de la lectura que hicieran de las señales anunciadas y cumplidas por Jesús y los suyos. Por su parte en el libro de Job, el hombre enfermo y golpeado por toda clase de sinsabores, ratifica con enorme decisión su profunda esperanza. La declaración de Job es tan enfática que prefiero transcribir sus palabras con toda precisión: "después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán". Esa esperanza es el aliento vital que hace sobrevivir a las personas cuando están al límite de sus fuerzas. Para Job, esa esperanza tiene como referente a Dios.

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