viernes, 18 de enero de 2013

Lecturas del Día Viernes, enero 18, 2013

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZz1UKFr_n21JnaNRSY5zWc08Q6YxSnoFMm4ucu2tvaLC6V_1vOMNDtRp1EdzGBDBdPjBKbw7nfnG-jAP2DpVp5q4Vr-ZW4YUjf-n4V4S5gJauw7tBgIxVOIcfvVIoNA-dkaiKhj1BeiY/s400/biblia-y-jesus.jpg

Primera lectura: 
De la carta a los hebreos: 4, 1-5. 11
Hermanos: Mientras está en pie la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos cuidado, no sea que alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha anunciado este mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el desierto; pero a ellos no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con fe. En cambio, nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel descanso, al que se refería el Señor, cuando dijo: Por eso jure en mi cólera que no entrarían en mi descanso.
Los trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del séptimo día, la Escritura dice que Dios descanso de todos sus trabajos el día séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su descanso.
Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como les sucedió a los israelitas.

Salmo responsorial: 
Del salmo 77
No olvidemos las hazañas del Señor.
Cuanto hemos escuchado y conocemos del poder del Señor y de su gloria, cuanto nos han narrado nuestros padres, nuestros hijos lo oirán de nuestra boca.
Que ellos también lo cuenten a sus hijos para que en Dios coloquen su esperanza, cumplan los mandamientos del Señor y no echen al olvido sus hazañas.
Que no vayan a ser, como sus padres, generación rebelde y obstinada, inconstante de corazón e infiel a Dios de alma.

Evangelio: 
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 1-12 
Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras Él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralitico: "Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla este así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?".
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? Que es más fácil, decirle al paralitico: `Tus pecados te son perdonados' o decirle: 'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralitico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!".

1 comentario:

  1. El paralitico que llevaba años postrado en su camilla, indudablemente debía estar agotado y desmoralizado, pero afortunadamente no había extraviado completamente su esperanza porque había accedido a que lo llevaran ante la presencia del sanador de Nazaret. La llegada a la casa de Simón había resultado complicada, la muchedumbre les cerraba el paso. Sus amigos no se rindieron y corrieron el riesgo de descolgarlo por el techo. Jesús estaba pendiente de todo aquel lenguaje no verbal que manifestaba su enorme confianza. No podía defraudarlos ni tampoco podía regatearle al paralitico el acceso al descanso verdadero. La Carta a los Hebreos recoge una antigua promesa que Dios extendió a su pueblo: los que se mantuvieran fieles a su palabra, entrarían en su descanso. La vida, sobre la de la gente que sufre privaciones y enfermedades, reclama una segunda oportunidad. Dios la concede gustosamente, invitándonos a participar de su vida plena, del verdadero descanso.

    ResponderEliminar