martes, 1 de enero de 2013

Lecturas del Día Martes, enero 1, 2013

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Primera lectura:
Del libro de los Números: 6, 22-27
En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo: "Di a Aarón y a sus hijos: 'De esta manera bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz'.
Así invocaran mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré".

Salmo responsorial: 
Del salmo 66
Ten piedad de nosotros, Señor bendícenos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad lo juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.

Segunda lectura:
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4, 4-7
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 16-21 
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
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1 comentario:

  1. La bendición sacerdotal que registra el libro de los Números es una generosa declaración de confianza de los hijos de Israel en el amor cariñoso del Señor. María, la madre del Señor, tuvo una experiencia intensamente viva de ese amor benevolente y se dispuso a colaborar con el Padre, para hacernos sentir la hondura del amor que la había entusiasmado tanto, que la hizo jugarse la vida y la reputación, al pronunciar su respuesta generosa. El amor de Dios germinó en su vientre y dio a luz a Jesús. La esperanza que despierta cualquier niño recién nacido se hizo manifiesta ante la mirada de los pastores y vecinos, quienes reconocieron un fuego y un brillo especial en el rostro tierno del recién nacido. Con esa modesta señal los pastores retomaron sus quehaceres cotidianos reanimados por una nueva esperanza.

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