miércoles, 23 de enero de 2013

Lecturas del Día Martes, enero 22, 2013

Primera lectura:
De la carta a los hebreos: 6, 10-20
Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor que le han mostrado al servir sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así, lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios.
En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada superior por lo cual jurar, juro por sí mismo, diciendo: Te colmare de bendiciones y te daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo hacen por alguien superior a ellos, y el juramento pone fin a toda discusión. También Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a los herederos de la promesa lo irrevocable de su decisión, se comprometió con un juramento.
Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa y juramento, en los cuales Dios no puede mentir, tenemos un consuelo poderoso los que buscamos un refugio en la esperanza de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene firmes y seguros, porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde Jesús entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como Melquisedec.

Salmo responsorial:
Del salmo 110
El Señor se acuerda siempre de su alianza.
Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio.
Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, Él le da de comer al que lo teme.
El redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 23-28
Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: "Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?".
Él les respondió: ¡No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que solo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros". Luego añadió Jesús: "El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".

1 comentario:

  1. El relato del segundo evangelio registra la controversia que se generó entre Jesús y los fariseos a propósito de su manera relajada de comportarse ante el mandato del sábado. El Señor Jesús anteponía la compasión y la protección de la vida a los preceptos culturales. El sábado era una norma que podría reconsiderarse cuando fuese necesario resguardar los valores trascendentes como la vida y la salud. El criterio ético de Jesús ante cualquier dilema moral aparece claro en este relato: las instituciones son herramientas para consolidar la vida digna y plena de las personas. Desde esa perspectiva podemos entender la critica que Lanza el autor de la Carta a los Hebreos contra los sacrificios rituales del templo de Jerusalén. El Nuevo Sumo Sacerdote había traspasado y superado las divisiones que velos y cortinas rituales erigían en el templo. El acceso al descanso verdadero y a la amistad con Dios estaba abierto para todos sus hermanos.

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