domingo, 20 de enero de 2013

Lecturas del Día Sábado, enero 19, 2013

Primera lectura: 
De la carta a los hebreos: 4, 12-16
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la medula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.

Salmo responsorial: 
Del salmo 18
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación.

Evangelio: 
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Levi (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Levi, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la recta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: "¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?".
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores".

1 comentario:

  1. Lámpara, roca, espejo, espada, son algunas de las imágenes con las cuales se designa a la Palabra de Dios en la literatura bíblica. El autor de la Carta a los Hebreos prefiere asemejar el mensaje divino con una espada filosa y cortante que penetra hasta los pliegues más íntimos de nuestro espíritu. Intuición atinada sin duda, puesto que reconoce la fuerza reveladora de la Palabra. Este proceso que desmonta nuestros engaños y simulaciones es la tabla de salvación que nos permite destruir nuestra doble moral. El relato del Evangelio de san Marcos documenta lo anterior cuando nos presenta a Jesús en compañía amigable con los cobradores de impuestos. Ellos se habían aprovechado de su puesto para amasar fortunas, sacando partido de sus relaciones con el poder romano. Jesús sacudió su conciencia, les llamó a reajustar su escala de valores, a desmontar aquel sistema fincado en el abuso y la prepotencia y a transitar por la ruta de la justicia y la compasión. La comida en casa de Levi fue un rito de transición; los recaudadores aquellos se divorciarían del sistema opresor y se asumirían como miembros de una familia de hermanos reunida en torno a Jesús.

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