miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lecturas del Día Martes, septiembre 25, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Proverbios (21, 1-6. 10-13 )
Como agua de riego es el corazón del rey en manos del Señor: Él lo dirige a donde quiere. Al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las intenciones.
Proceder con rectitud y con justicia es más grato al Señor que los sacrificios. Tras los ojos altaneros hay un corazón arrogante; la maldad del pecador brilla en su mirada.
Los proyectos del diligente conducen a la abundancia, en cambio el perezoso no sale de la pobreza. Los tesoros ganados con mentira se deshacen como el humo y llevan a la muerte.
El malvado busca siempre el mal y nunca se apiada de su prójimo. Cuando se castiga al arrogante, el sencillo aprende; cuando se amonesta al sabio, crece su ciencia.
El Señor observa el proceder de los malvados y acaba por precipitarlos en la desgracia. Quien cierra los oídos a las súplicas del pobre clamará también, pero nadie le responderá.

Salmo Responsorial:
Salmo 118
Enséñame, Señor, a cumplir tu voluntad.
Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dame nueva luz para conocer tu ley y para meditar las maravillas de tu amor.
He escogido el camino de la lealtad a tu voluntad y a tus mandamientos. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Cumpliré tu voluntad sin cesar y para siempre.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (8, 19-21)
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde Él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: "Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte". Pero Él respondió: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".

1 comentario:

  1. De alguna manera podemos conciliar el mensaje de los Proverbios con esta escena evangélica. La muchedumbre que seguía a Jesús permanecía al nivel de las apariencias, considerando que la sangre era el único vínculo para participar de la familia de Jesús. El Señor Jesús reacciona de inmediato, señalando que existe otro nivel de pertenencia más profundo: los que acogen de corazón el mensaje de Dios conforman la nueva familia de Jesús. En la reflexión que nos ofrece el libro de los Proverbios reaparece de alguna manera esta idea: Dios es quien pesa y conoce a profundidad el corazón del hombre. El corazón del rey es agua impetuosa que necesita canalizarse. Para no quedarnos en imágenes ambiguas, este sabio escritor nos decodifica con toda claridad el mensaje, señalándonos que las coordenadas fundamentales para conocer quién es agua mansa en manos de Dios, son la práctica del derecho y la justicia. Quien ama a Dios trata a sus hermanos conforme a los justos mandatos divinos.

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