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La vocación de Mateo |
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13 Cuando se
iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre
llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le
dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió
que estando Él a la mesa en casa de Mateo,
vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa
con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían
a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los
publicanos y pecadores?» Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan
médico los que están fuertes sino los que están mal.
Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero,
y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a
justos, sino a pecadores».
Oración preparatoria: Señor, yo también quiero dejar
todo para estar sólo contigo en esta oración. Concédeme desprenderme
de todas mis preocupaciones para poder escuchar y ser dócil
a las inspiraciones de tu Santo Espíritu.
Petición: Señor, cúrame
de todo aquello que me aleje de cumplir tu voluntad.
Meditación del Papa: Jesús acoge en el grupo de sus íntimos
a un hombre que, según la concepción de Israel en
aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto, Mateo
no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente
ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con
una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos
arbitrariamente. Por estos motivos, todos los Evangelios hablan en más
de una ocasión de "publicanos y pecadores", de "publicanos y
prostitutas". Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia:
sólo aman a los que les aman y mencionan a
uno de ellos, Zaqueo, como "jefe de publicanos, y rico",
mientras que la opinión popular los tenía por "hombres ladrones,
injustos, adúlteros". Ante estas referencias, salta a la vista un
dato: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es
más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en
la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban
porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración:
"No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores". Benedicto
XVI, 30 de agosto de 2006.
Reflexión: Dios respeta en su integridad
al hombre, y cuando llama a un alma a su
servicio, en su solemne poder, ni la violenta, ni la
atosiga, sino que con paciencia y amor la deja casi
andar a la deriva o al vaivén de las circunstancias.
No es fácil, por tanto, dar una respuesta como la
de Mateo: pronta, sincera, total. San Mateo era un cobrador de
impuestos, un pecador ante los ojos de todo el pueblo.
Sólo Jesús fue capaz de ver más allá de sus
pecados y vio a un hombre. Un hombre que podía
hacer mucho por el Reino de los Cielos. Y le
llamó con todo el amor y misericordia de su corazón
para ser uno de sus apóstoles, de sus íntimos. Todos hemos
recibido la vocación a la vida cristiana. Dios nos ha
creado para prestarle un servicio concreto, cada uno de nosotros.
Tenemos una misión, comos eslabones de una cadena. Decía el
Cardenal Newman: "No me ha creado para nada. Haré bien
el trabajo, seré un ángel de la paz, un predicador
de la verdad en mi propio lugar si obedezco sus
mandamientos. Por tanto confiaré en él quienquiera que yo sea,
dondequiera que esté. Nunca me pueden desechar. Si estoy enfermo,
mi enfermedad puede servirle. En la duda, mi duda puede
servirle. Si estoy apenado, mi pena puede servirle. Él no
hace nada en vano. ¡El sabe lo que hace!"
Propósito: Buscar un
acercamiento o tener un acto de caridad con esa persona
que «me cuesta» aceptar.
Diálogo con Cristo: Señor, gracias por invitarme a
seguirte, a ser tu discípulo y misionero. Ardientemente deseo tener
la fe y el amor suficiente para responder con prontitud
a tu llamado. Quiero salir de esta oración con la
sabiduría, la fuerza y la alegría, que logre contagiar de
tu amor a los demás. Siguiendo el ejemplo de María,
y por su intercesión, te pido que sea fermento y
canal para comunicar tu amor en mi familia, en mi
profesión, en el círculo de mis amigos.
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No necesitan médico los que están sanos sino los que estamos mal.
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