miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lecturas del Día Martes, septiembre 18, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (12, 12-14. 27-31)
Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos.
Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercer lugar, a los maestros; luego, a los que hacen milagros, a los que tienen el don de curar a los enfermos, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan? Aspiren a los dones de Dios más excelentes.

Salmo Responsorial:
Salmo 99
Sirvamos al Señor con alegría.
Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo.
Reconozcamos que el Señor es Dios, que Él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño.
Entremos por sus puertas dando gracias, crucemos por sus atrios entre himnos, alabando al Señor y bendiciéndolo.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7, 11-17)
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: "Joven, yo te lo mando: Levántate". Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo". La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

1 comentario:

  1. La analogía del cuerpo se ha usado desde la antigüedad para describir el funcionamiento de la comunidad humana. El apóstol San Pablo conocía perfectamente las tensiones, rivalidades y enfrentamientos que se vivían dentro de la iglesia corintia. Unos hermanos parecían vanagloriarse de ocupar los cargos directivos en la comunidad, mientras que otros, que no realizaban tareas preponderantes, sino que formaban parte de las bases y que solamente escuchaban las profecías y atendían a las indicaciones de los dirigentes, se sentían menospreciados. El fundador de aquella comunidad eclesial destacaba la importancia del bautismo y la incorporación al único Cuerpo de Cristo como la fuente de la unidad. La diversidad de oficios, ministerios y carismas enriquecía la vida de fe. La necesidad de valorar e integrar en un clima de armonía todas las iniciativas que el Espíritu va suscitando en la comunidad sigue siendo necesaria.

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