jueves, 27 de septiembre de 2012

Lecturas del Día Jueves, septiembre 27, 2012

Primera Lectura: 
Lectura del libro del Eclesiastés (Cohélet) (1, 2-11)
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. ¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos en la tierra? Pasa una generación y viene otra, pero la tierra permanece siempre. El sol sale y se pone; corre y llega a su lugar, de donde vuelve a salir. Sopla el viento hacia el sur y gira luego hacia el norte, y dando vueltas y más vueltas, vuelve siempre a girar. Todos los ríos van al mar, pero el mar nunca se llena; regresan al punto de donde vinieron y de nuevo vuelven a correr. Todo es difícil de entender: no deja el hombre de cavilar, no se cansan los ojos de ver ni los oídos de oír. Lo que antes existió, eso volverá a existir. Lo que antes se hizo, eso se volverá a hacer. No hay nada nuevo bajo el sol. Si de alguna cosa dicen: "Mira, esto sí es nuevo", aun esa cosa existió ya en los siglos anteriores a nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

Salmo Responsorial:
Salmo 89
Tú eres, Señor, nuestro refugio.
Tú, Señor, haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche.
Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca.
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 7-9)
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía: "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?". Y tenía curiosidad de ver a Jesús.

1 comentario:

  1. La personalidad de Herodes Antipas no parece traspasar la mera curiosidad en relación al mensaje y la obra del Señor Jesús. El virrey de Galilea se interesaba en la persona de Jesús por mero cálculo político, celoso como estaba de eliminar todas las potenciales amenazas a su poder. El sabio que compuso el libro del Eclesiastés había analizado con más profundidad el fenómeno humano y había descubierto que la mayor parte de los afanes y preocupaciones que entusiasman a los mortales resultan vanas. Ni las riquezas, ni la fama, ni los placeres, los viajes o la sabiduría resultan finalmente generadores de una felicidad profunda. El sabio plantea una alternativa ligeramente pesimista y recomienda no entusiasmarse apresuradamente con ninguna de las supuestas grandezas que deslumbran nuestro corazón. Indudablemente que Herodes Antipas no parecía ser lector asiduo del Qohelet.

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