miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lecturas del Día Lunes, septiembre 24, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Proverbios (3, 27-34)
Hijo mío, no le niegues un favor a quien lo necesita, si lo puedes hacer. Si le puedes dar ahora a tu prójimo lo que te pide, no le digas- "Vete y vuelve mañana".
No pienses en hacerle daño a tu prójimo, que ha puesto su confianza en ti. Con nadie entables pleito sin motivo, si no te ha hecho ningún daño.
No envidies al hombre malvado ni imites nunca sus acciones, porque el Señor aborrece a los perversos y es amigo del hombre justo. El Señor maldice la casa del malvado y llena de bendiciones la del justo. El Señor se burla de aquellos que se burlan y con los humildes se muestra bondadoso. Los sensatos recibirán honores y los insensatos, ignominia.

Salmo Responsorial:
Salmo 14
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en todas sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.
Quien presta sin usura y quien no acepta sobornos en perjuicio de inocentes, ése será agradable a los ojos de Dios eternamente.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (8, 16-18)
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener".

1 comentario:

  1. La generosidad y la servicialidad ennoblecen a la persona. Quien dispone de recursos y aptitudes para socorrer con sus bienes, su experiencia o su palabra a su prójimo, alcanza la bendición del Señor. La mezquindad de quien desconoce la gratuidad y todo lo mide de acuerdo a criterios de cálculo y beneficio personal termina por envilecerlo. El cristiano tiene una vocación social muy definida. El bautismo lo ha constituido servidor de sus hermanos El don de la fe que hemos recibido se convierte en la lámpara que orienta nuestra existencia y nos impulsa a testimoniar la grandeza del amor de Dios con acciones. Cuando realizamos obras de misericordia o cumplimos cualquier servicio de forma desinteresada, estamos documentando de forma creíble nuestra condición de creyentes. No conviene desperdiciar ni atesorar los dones que Dios nos dio, es necesario compartirlos, "si está en nuestra mano hacerlo".

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