viernes, 3 de agosto de 2012

Lecturas del Día Viernes, agosto 3, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (26, 1-9)
Al principio del reinado de Joaquín, hijo de Josías y rey de Judá, el Señor le habló a Jeremías y le dijo: "Esto dice el Señor: 'Ve al atrio del templo y diles a todos los habitantes de Judá que entran en el templo para adorar al Señor, todas las palabras que yo te voy a ordenar, sin omitir ninguna. A ver si las escuchan y se convierten de su mala vida, y me arrepiento del castigo que he pensado imponerles a causa de sus malas acciones'.
Diles, pues: 'Esto dice el Señor: Si no me obedecen, ni cumplen la ley que he dado, ni escuchan las palabras de mis siervos, los profetas, que sin cesar les he enviado y a quienes ustedes no han escuchado, entonces yo trataré a este templo como al de Siló y haré que esta ciudad sirva de escarmiento para todos los pueblos de la tierra' ".
Los sacerdotes, los profetas y el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en el templo del Señor. Y cuando él terminó de decir cuanto el Señor le había mandado, los sacerdotes y los profetas lo apresaron, diciéndole al pueblo: "Este hombre debe morir, porque ha profetizado en nombre del Señor que este templo será como el de Siló y que esta ciudad será destruida y quedará deshabitada". Entonces la gente se amotinó contra Jeremías en el templo del Señor.

Salmo Responsorial:
Salmo 68
Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia.
Son más que mis cabellos los que me odian sin tener un motivo y más fuertes que yo los que pretenden con sus calumnias acabar conmigo. Lo que yo no robé, ¿acaso tengo yo que restituirlo?
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae.
A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (13, 54-58)
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: "¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?". Y se negaban a creer en Él.
Entonces, Jesús les dijo: "Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa". Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.

1 comentario:

  1. Sorprendieron a los vecinos de Nazaret Los nazarenos no estaban informados del origen y la condición profundamente carismática de su misión. Durante su juventud no había disfrutado de una rigurosa preparación académica y sabía interpretar las Escrituras con una habilidad y profundidad excepcionales. La fuerza de Dios actuaba poderosamente en Él, realizando curaciones y señales que no había forma de negar. Su personalidad profética desconcertaba a vecinos y parientes. En otro tiempo, un profeta particularmente próximo al Señor Jesús como era Jeremías, mantuvo una posición crítica y radical ante el culto engañoso que practicaban los israelitas en el templo de Jerusalén y se ganó la hostilidad y el rechazo del pueblo y las autoridades que juzgaron blasfemas e inoportunas sus palabras.

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