miércoles, 8 de agosto de 2012

Lecturas del Día Miércoles, agosto 8, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (31, 1-7)
"En aquel tiempo, dice el Señor, yo seré el Dios de todas las tribus de Israel y ellas serán mi pueblo.
El pueblo de Israel, que se libró de la espada, halló misericordia en el desierto y camina hacia el descanso; el Señor se le apareció de lejos".
Esto dice el Señor: "Yo te amo con amor eterno, por eso siempre me apiado de ti. Volveré, pues, a construirte y serás reconstruida, capital de Israel. Volverás a tocar tus panderos y saldrás a bailar entre músicos y coros; volverás a plantar viñas en los montes de Samaria y los que las planten, las disfrutarán. En la montaña de Efraín gritarán los centinelas: ‘¡Ya es de día! ¡Levántense y vayamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!' ".
Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: 'El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel' ".

Salmo Responsorial:
Jeremías 31
El Señor será nuestro pastor.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, y anúncienla aun en las islas más remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo cuidará como el pastor a su rebaño".
Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del Señor.
Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15, 21-28)
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús y, postrada ante Él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!". Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

1 comentario:

  1. Cuando los israelitas que sobrevivieron a la destrucción de Jerusalén comenzaron a asimilar tan doloroso fracaso, pudieron escuchar la voz esperanzadora del profeta Jeremías. El profeta de Anatot sin hundirse en la desesperanza, deletrea el amor eterno del Señor por su pueblo. La certeza de Jeremías no era fruto de sus ilusiones ni de sus anhelos de cambio, él sabía reconocer con fidelidad la voz de Dios y testimoniarla con transparencia, lo mismo cuando anunciaba desgracias, que cuando pregonaba la salvación. El relato de la mujer cananea exhibe su confianza inquebrantable. Ella había descifrado con una intuición femenina la hondura del amor compasivo de Dios por todos sus hijos. Desde esa certeza profunda se acercó a Jesús para rogarle que se compadeciera del sufrimiento de su pequeña hija.

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