domingo, 12 de agosto de 2012

Lecturas del Día Sábado, agosto 11, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Habacuc (1, 12-2, 4)
¿No eres tú, Señor, desde siempre, mi santo Dios, que no muere? Tú, Señor, has escogido al pueblo caldeo para hacer justicia y lo has establecido para castigar. Tus ojos son demasiado puros para soportar el mal, no puedes ver la opresión. ¿Por qué miras en silencio a los traidores y callas cuando el malvado devora al justo?
Tú tratas a los hombres como a los reptiles, que no tienen dueño, como a los peces del mar: el pueblo caldeo los pesca con anzuelo, los atrae a su red, los va amontonando y luego ríe satisfecho. Después ofrece sacrificios a su anzuelo e incienso a su red, porque le dieron rica presa y comida sustanciosa.
¿Y vas a permitir que siga llenando sus redes y matando naciones sin piedad?
En mi puesto de guardia me pondré, me apostaré en la muralla para ver qué me dice el Señor y qué responde a mi reclamación.
El Señor me respondió y me dijo: "Escribe la visión que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe".

Salmo Responsorial:
Salmo 9
El Señor no abandona al que lo busca.
El Señor reina eternamente, tiene establecido un tribunal para juzgar, juzga al orbe con justicia y rige a las naciones con rectitud.
El Señor es refugio del oprimido, su refugio en los momentos de peligro. Que confíen en ti los que te conocen, porque tú, Señor, no abandonas a los que te buscan.
Tóquenle música al Señor, que reina en Sión, cuenten sus maravillas a los pueblos, porque el Señor pide cuentas de la vida y no olvida los gritos de los oprimidos.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (17, 14-20)
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: "Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo".
Entonces Jesús exclamó: "¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho". Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.
Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?". Les respondió Jesús: "Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: 'Trasládate de aquí para allá', y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes".

1 comentario:

  1. La frase más conocida del profeta Habacuc aparece en este pasaje: "el justo vivirá por la fe". Su contraparte no es así de famosa, pero forma un claroscuro con la anterior: "el arrogante tiene un alma torcida". El arrogante se vanagloria de un sinfín de naderías: riqueza, belleza externa, poder político, olvidando que todas esas grandezas son efímeras y pasajeras. Quienes son humildes ni se envanecen ni se menosprecian sino valoran su realidad y confían plenamente en Dios. Los discípulos de Jesús habían visto las numerosas señales que su maestro cumplía y se apresuraron a querer curar a los enfermos, sin estar suficientemente arraigados en la fe. Fracasaron al primer intento porque pusieron su confianza en sus propios esfuerzos y no en la fuerza y el nombre del Señor que los había enviado.

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