sábado, 4 de agosto de 2012

Lecturas del Día Sábado, agosto 4, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (26, 11-16. 24)
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y al pueblo: "Ese hombre, Jeremías, merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han oído".
Pero Jeremías les dijo a los jefes y al pueblo: "El Señor me ha enviado a profetizar todo lo que han oído contra este templo y esta ciudad. Pues bien, corrijan su conducta y sus obras, escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se retractará de la amenaza que ha pronunciado contra ustedes. Por mi parte, yo estoy en manos de ustedes: hagan de mí lo que les parezca justo y conveniente. Pero sépanlo bien: si me matan, ustedes, la ciudad y sus habitantes serán responsables de la muerte de un inocente, porque es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para anunciarles todas estas cosas".
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: "Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios".
Entonces Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías, para que no fuera entregado en manos del pueblo y lo mataran.

Salmo Responsorial:
Salmo 68
Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
Sácame de este cieno, no vaya a ser que me hunda; ponme a salvo, Señor, de los que me odian y de estas aguas tan profundas.
No dejes que me arrastre la corriente y que me trague el remolino; no dejes que se cierre sobre mí la boca del abismo.
Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (14, 1-12)
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: "Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en Él fuerzas milagrosas".
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: "Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

1 comentario:

  1. Jeremías y Juan Bautista descubrieron la llamada poderosa y terminante de Dios. Un fuego quemante y un impulso poderoso los empujó a confrontarse con sus contemporáneos para desautorizar sus prácticas y costumbres religiosas. Juan y Jeremías juzgaban que no era suficiente presentarse en el templo de Jerusalén con ofrendas y dádivas al Señor, sin llevar a cabo una profunda renovación interior. Jeremías padeció encarcelamiento y el destierro forzado a Egipto. Juan Bautista reprochaba la infidelidad de Herodes Antipas a los mandatos y preceptos de la Ley de Dios. Era un profeta popular que atraía a gente de toda condición y suscitaba la suspicacia del virrey Herodes. La razón definitiva de su muerte martirial fue la intolerancia de Herodes ante los cuestionamientos proféticos del Bautista y el temor de que suscitara un movimiento popular en Israel que le hiciera perder el poder.

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