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Quiero misericordia y no sacrificio |
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8
Un sábado de
aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre,
empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al
verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa
que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis
leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres
sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron
de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida
ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a
los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que
los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin
incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno
que es más que el templo. Si comprendierais lo que
significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los
que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es
señor del sábado.
Oración introductoria: Padre Santo, me pongo en tu presencia
mientras contemplo a tu Hijo en la cruz… Te imploro
por la luz de tu Espíritu Santo, para comprender en
esta oración qué es lo que tengo que hacer para
crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como
Tú amas.
Petición: Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra,
para vivirla,
Meditación del Papa: Quien cree en Dios, Padre lleno de
amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda
de su Reino, de su voluntad. Es todo lo contrario
del fatalismo o el ingenuo irenismo. La fe en la
Providencia, de hecho, no exime de la cansada lucha por
una vida digna, sino que libera de la preocupación por
las cosas y del miedo del mañana. Está claro que
esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad
y validez para todos, es practicada de maneras diferentes según
las diferentes vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera
más radical, mientras que un padre de familia deberá tener
en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. En
todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza
en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con
Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo,
a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su
pasión muerte y resurrección. Jesús nos ha demostrado qué significa
vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos
a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo,
teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia
de Dios. Benedicto XVI, 27 de febrero de 2011.
Reflexión: El
espíritu de la ley es vivir la misericordia de Dios.
Porque la misericordia es hija del amor. Y el amor
es el centro, el corazón de toda la vida de
un verdadero cristiano. En cambio cuando no hay misericordia, la
ley se hace cadena, un molesto peso. Y Dios, de
Padre de misericordias se hace Juez tirano. Pero Dios es
amor. Y su Hijo es la encarnación del amor. Jesús
no se ha molestado con sus discípulos porque hacen algo
"prohibido" en sábado. En realidad el descanso sabático era una
imagen del descanso que el hombre debe encontrar en el
Corazón de Cristo. Por eso lo que los discípulos hacen
no tiene importancia. En cambio los fariseos, creyendo "guardar" el
sábado fielmente, cometen la atrocidad de juzgar con sus lenguas
a los demás, quebrantando realmente el día consagrado a Dios
con sus venenosas palabras y su impuro corazón. ¿Qué es
lo más importante de la ley? ¿Cumplir la materia de
la ley o su espíritu? ¿Qué honra más a Dios,
estarse quieto un tiempo o vivir hasta las últimas consecuencias
la misma misericordia de Cristo? Por eso, quien vive el
espíritu, esto es, la misericordia del Señor al practicar la
ley, la vivirá a fondo porque actuará con el mismo
sentir de Cristo. Y el sentir de Cristo, ¿dejaría de
cumplir algún punto de la ley, aunque fuera pequeñito? No,
porque el que vive amando hace todo cuanto agrada a
su Amado. En cambio quien no vive el espíritu sino
la ley sola, aparentemente parecerá cumplir pero será un cadáver
que matará con su pensamiento a los demás quebrantando el
mismo centro de la ley: el amor. De hecho los
fariseos, tan cumplidores no tuvieron escrúpulos para llevar a la
cruz a su mismo Dios. Cristo es Rey y Señor.
Y de tal dignidad le viene a Cristo ser el
Señor del sábado: ¡Él es el Amor!
Propósito: Procurar un estilo de
vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los
necesitados.
Diálogo con Cristo: «Vivir con los pies bien plantados en la
tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al
mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en
la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi
actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas,
afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad,
dando a mi vida la trascendencia para la cual fue
creada.
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Cuando no hay misericordia, ayudar a los demás es un molesto peso.
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