sábado, 28 de julio de 2012

Lecturas del Día Sábado, julio 28, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (7, 1-11)
Esta es la palabra del Señor que escuchó Jeremías: "Ponte a la entrada del templo y proclama allí estas palabras: 'Escucha, Judá, la palabra del Señor; escúchenla ustedes los que entran por estas puertas para adorar al Señor. Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Corrijan su conducta y sus intenciones, y viviré con ustedes en este lugar. No se hagan ilusiones con razones falsas, repitiendo: ¡Este es el templo del Señor, éste es el templo del Señor, éste es el templo del Señor!
Si corrigen su conducta y sus intenciones; si aplican bien la justicia entre los hombres y no explotan al forastero, al huérfano y a la viuda; si no derraman sangre inocente en este lugar y no siguen, para mal de ustedes, a dioses extranjeros, entonces yo habitaré con ustedes en este lugar, en la tierra que desde hace tanto tiempo y para siempre les di a sus padres.
Ustedes, en cambio, ponen su confianza en palabras engañosas, que no sirven de nada. Porque roban, matan, cometen adulterios y perjurios, queman incienso a los ídolos, adoran a dioses extranjeros y desconocidos, y creen que, con venir después a presentarse ante mí en este templo, donde se invoca mí nombre, y con decir: 'estamos salvados', basta para poder seguir cometiendo todas esas iniquidades. ¿Creen, acaso, que este templo, donde se invoca mi nombre es una cueva de ladrones? Tengan cuidado, porque no estoy ciego, dice el Señor' ".

Salmo Responsorial:
Salmo 83
Qué agradable, Señor, es tu morada.
Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.
Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor.
Pues un día en tus atrios vale más que mil fuera de ellos; yo prefiero el umbral de la casa de mi Dios, al lujoso palacio del perverso.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (13, 24-30)
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: "El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?'. El amo les respondió: 'De seguro lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: ` ¿Quieres que vayamos a arrancarla?'. Pero él les contestó: `No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y luego almacenen el trigo en mi granero'".

1 comentario:

  1. Tomando como término de comparación el trabajo de campesinos y sembradores, se acerca el Señor Jesús a la realidad de las experiencias de fe y las explica sencilla y magistralmente. El Hijo del Hombre es en realidad un sembrador impecable en su quehacer evangelizador. La semilla del reino que siembra en el corazón de sus oyentes es de primera calidad. Las plantas malignas que crecen en el sembradío del Señor Jesús son difíciles de desarraigar porque se asemejan a las plantas genuinas sembradas por Él. El asunto de las apariencias late claramente en esta parábola. Los humanos no podemos apresuramos a condenar a nadie, pensando que son mala hierba, porque sus tallos —en la lógica de la parábola— se asemejan a la buena hierba. De las profundidades del corazón, de las intenciones y los motivos últimos del comportamiento humano conviene no hacer juicios terminantes, a riesgo de equivocarse y de usurpar el lugar del Dios compasivo.

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