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Las vacaciones de Jesús |
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
Los apóstoles se
reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían
hecho y lo que habían enseñado. Entonces Él les dijo:
Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un
poco. Pues los que iban y venían eran muchos, y
no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron
en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les
vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá
corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes
que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió
compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen
pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Oración introductoria: Señor,
me conmueve tu preocupación por tus discípulos, una muestra más
de tu infinito amor. Me presento hoy ante Ti, porque
yo también quiero contarte todo lo que he hecho. Quiero
darte todo mi corazón y amarte sinceramente. Ayúdame a ir
a lo profundo, a esos rincones de mi conciencia para
descubrir qué más debo entregarte o en qué parte de
mi vida todavía no te dejo entrar.
Petición: Jesús, que no me
distraiga, ayúdame a tener una experiencia de tu presencia en
esta oración.
Meditación del Papa: Cuando Cristo vio a la gente
que había venido para escucharlo y esperaba de Él una
orientación, sintió lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin
pastor. Entre las corrientes contrastantes de su tiempo, no sabían
dónde ir. Cuánta compasión debe sentir Cristo también en nuestro
tiempo por tantas grandilocuencias, tras las cuales se esconde en
realidad una gran desorientación. ¿Dónde hemos de ir? ¿Cuáles son
los valores sobre los cuales regularnos? ¿Los valores en que
podemos educar a los jóvenes, sin darles normas que tal
vez no aguantan o exigirles algo que quizás no se
les debe imponer? Él es la Luz. El cirio bautismal
es el símbolo de la iluminación que recibimos en el
Bautismo. Así, en esta hora, también san Pablo nos habla
muy directamente. En la Carta a los Filipenses, dice que,
en medio de una generación tortuosa y convulsa, los cristianos
han de brillar como lumbreras del mundo. Pidamos al Señor
que la llamita de la vela, que Él ha encendido
en nosotros, la delicada luz de su palabra y su
amor, no se apague entre las confusiones de estos tiempos,
sino que sea cada vez más grande y luminosa, con
el fin de que seamos con Él personas amanecidas, astros
para nuestro tiempo. (Benedicto XVI, 12 de abril de 2009.
Reflexión: Julio
es, para la mayoría de la gente, el mes de
las vacaciones. Y parece que nuestro Señor quiso, incluso en
esto, hacerse semejante a nosotros. El Evangelio de hoy nos
cuenta que Jesús, viendo fatigados a sus apóstoles al volver
de la misión, los invita a tomarse unas breves vacaciones:
"Venid vosotros solos -les dice- a un lugar tranquilo y
apartado para que descanséis un poco". Y es que "eran
tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo
ni para comer". Bastante trabajo debían tener los Doce para
que nuestro Señor tomara esta iniciativa. Y, a la vez, ¡qué
gesto tan hermoso y tan humano de parte de Jesús
hacia sus apóstoles! No se le escapa ningún detalle y,
como buen Amigo y compañero, se preocupa de que no
les falte un saludable "weekend" para que descansen y repongan
las fuerzas perdidas por el desgaste del apostolado. ¡Un feliz
paseo en barca por el mar de Galilea en compañía
de Jesús! ¡Qué descanso y qué compañía! Sin embargo, en contra
de las previsiones y a pesar del programa de "veraneo"
que el Señor pensaba organizar a los suyos, mucha gente
los ve marcharse y van detrás de Jesús y de
los Doce, por tierra, para volver a encontrarse con ellos
en el lugar adonde se dirigían. Poco tiempo les duraron
sus "vacaciones" porque, al desembarcar, continuaron con sus afanes apostólicos
y misioneros. ¡Qué ejemplo de entrega a los demás! A
pesar de que se tenían bastante merecido su descanso, deben
olvidarse de sí mismos y renunciar al legítimo reposo físico
para continuar ayudando y sirviendo a su prójimo. Al menos,
pudieron descansar unas horas. Y, conociendo la delicadeza de nuestro
Señor, seguramente algunos días más tarde disfrutarían de un sabroso
fin de semana de descanso. Y aquí el evangelista nos presenta
un rasgo sumamente bello y revelador de la persona de
nuestro Señor Jesucristo: "Al desembarcar, vio una grande multitud y
le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin
pastor". Sin duda alguna, este gesto del Maestro debió impresionarles
poderosamente a los apóstoles porque Mateo hace esta misma observación
tres veces consecutivas: antes de enviar a sus discípulos a
la misión (Mt 9, 36-38) y antes de las dos
multiplicaciones de los panes (Mt 14, 12ss y Mt 15,
32ss). El verbo griego que emplean los evangelistas es muy
fuerte y significa, literalmente, "sentir ternura por alguien", "conmoverse las
entrañas de compasión por una persona". ¡Qué hermosos y sublimes
los sentimientos de nuestro Señor! Pero no son sentimientos vacíos y
estériles, sino que lo lleva a la acción y a
buscar soluciones concretas para aliviar esas necesidades. En el primer
caso, la compasión empuja a Jesús a mandar a sus
apóstoles a la misión; y en los otros dos, le
lleva a hacer numerosas curaciones y a saciar el hambre
de toda esa pobre gente, signos externos de lo que
estaba realizando en el alma de aquellas personas. Marcos nos
presenta a nuestro Señor entregándose sin descanso, en cuerpo y
alma, a la predicación y a la enseñanza de las
multitudes: "y enseguida -nos dice el evangelista- se puso a
enseñarles con calma". ¡Qué gran corazón de Jesús! ¡Qué bondad
de Pastor, qué ternura de Padre, qué delicadeza de Amigo!
Si así de generoso y de misericordioso es nuestro Señor,
¿quién tendrá miedo de acercarse a El? El Papa Juan Pablo
II decía a los miles de peregrinos reunidos en la
Plaza de San Pedro, que las vacaciones de verano deben
ser un período particularmente propicio para redescubrir los auténticos valores
del espíritu. "Las numerosas ocupaciones y los ritmos acelerados de
la vida -afirmaba- hacen que en ocasiones sea difícil cultivar
esta importante dimensión espiritual. Las vacaciones veraniegas, si no son
"quemadas" por la disipación y la simple diversión, pueden convertirse
en una ocasión propicia para volver a dar aliento a
la vida interior". Propósito: Ojalá que, a la luz del Evangelio
de hoy, sepamos aprovechar este período de vacaciones para renovar
la paz y la serenidad de nuestro espíritu a través
de una sana recreación y esparcimiento; y que dejemos también
un espacio importante para el cultivo de nuestra alma a
través de la oración, de las buenas lecturas, la meditación
y la participación en los sacramentos para encontrarnos personalmente con
Dios nuestro Señor.
Diálogo con Cristo: Jesús, gracias por enseñarme cómo
tratar a los demás. Tú eres un escultor genial, vas
moldeando en tus apóstoles tu imagen de bondad, de humildad
y de generosidad. Nunca «usas» o ves a los demás
como meros instrumentos. Dame tu gracia para poder ejercer tu
estilo de liderazgo en todas mis relaciones, especialmente en mi
familia y en la evangelización y promover el bien temporal
y espiritual de cada uno. Que por encima de todo,
brille tu caridad en mi corazón.
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Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco. ¡Qué gesto tan hermoso y tan humano de parte de Jesús hacia sus apóstoles!
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