martes, 3 de julio de 2012

Lecturas del Día Martes, julio 3, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (2, 19-22)
Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo
Jesús la piedra angular. Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo en el Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.

Salmo Responsorial:
Salmo 116
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 24-29)
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".

1 comentario:

  1. La comunidad eclesial es antes que nada una instancia que se consolida por la cohesión espiritual que viven los creyentes. Somos morada de Dios por la fuerza del Espíritu. Por la fuerza de ese Espíritu se congregaron los discípulos después de la Pascua de Jesús. La experiencia creyente de Tomás, apodado el Mellizo, no habla sido lo suficientemente decisiva para advertir la nueva forma en que Jesús se haría presente en medio de los suyos. La Carta a los Efesios esboza los rasgos estructurales de esa comunidad: el Señor Jesús es la piedra angular, los apóstoles y profetas constituyen el cimiento tradicional sobre el cual se sustenta nuestra vivencia creyente; los hermanos todos compartimos una dignidad común: todos consagrados, todos conciudadanos. Si la costra de los siglos ha hecho pensar que unos son súbditos y otros señores, eso es caricatura eclesial, la realidad primaria está en la común condición de miembros de la única familia de Dios.

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