martes, 31 de julio de 2012

Lecturas del Día Martes, julio 31, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (14, 17-22)
Que mis ojos lloren sin cesar de día y de noche, porque la capital de mi pueblo está afligida por un gran desastre, por una herida gravísima. Si salgo al campo, encuentro gente muerta por la espada; si entro en la ciudad, hallo gente que se muere de hambre. Hasta los profetas y los sacerdotes andan errantes por el país y no saben qué hacer.
¿Acaso has rechazado, Señor, a Judá? ¿O te has cansado ya de Sión? ¿Por qué nos has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo.
Reconocemos, Señor, nuestras maldades y las culpas de nuestros padres; hemos pecado contra ti. Por ser tú quién eres, no nos rechaces; no deshonres el trono de tu gloria. Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros y no la quebrantes. ¿Acaso los ídolos de los paganos pueden hacer llover? ¿Acaso los cielos, por sí solos, pueden darnos la lluvia? Tú solo, Señor y Dios nuestro, haces todas estas cosas, por eso en ti tenemos puesta nuestra esperanza.

Salmo Responsorial:
Salmo 78
Socórrenos, Señor, y te alabaremos.
No recuerdes, Señor, contra nosotros, las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos.
Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Por el honor de tu nombre, sálvanos y perdona nuestros pecados.
Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (13, 36-43)
En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo".
Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga".

1 comentario:

  1. Entre las dos lecturas podemos encontrar un nexo que las aproxima. Tanto el profeta Jeremías como el Evangelio de san Mateo presentan situaciones adversas para los protagonistas. En el texto profético se nos refiere el lamento intenso que pronuncia Jeremías ante la serie de calamidades que diezmaron a los habitantes de Jerusalén. El profeta reconoce que tales desgracias fueron la merecida sentencia contra la idolatría e infidelidad del pueblo. Lo que Jeremías refiere no es producto de la ficción, sino es la historia vivida por Israel a principios del siglo VI a. C. El relato, evangélico refiere una situación imaginaria que acontecerá en el futuro, cuando llegue la hora de la rendición de cuentas, cuando justos y malvados reciban cada cual su respectiva sanción. En cierto sentido, ambos relatos responden a una inquietud profunda: estamos insatisfechos ante tanta impunidad y ante la prepotencia de los abusivos que pisotean descaradamente a los débiles. Creemos que Dios no podrá hacerse el desentendido porque ama la justicia.

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