martes, 1 de mayo de 2012

Lecturas del Día Martes, mayo 1, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (11, 19-26)
En aquellos días, algunos de los que se habían dispersado, huyendo de la persecución desatada después de la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; pero predicaban el evangelio solamente a los judíos. Sin embargo, hubo entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, que al llegar a Antioquia, comenzaron a dirigirse también a los griegos y a predicarles el Evangelio del Señor Jesús. Y como la mano del Señor estaba con ellos, muchos se convirtieron y abrazaron la fe.
Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquia. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegro mucho: y como era hombre bueno, lleno de espíritu Santo y de fe, exhorto a todos a que, firmes en un propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se gano para el Señor una gran muchedumbre.
Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquia. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquia, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”.

Salmo Responsorial:
Salmo 86
Alaben al señor de todos los pueblos. Aleluya.
Jerusalén gloriosa, el Señor ha puesto en ti su templo. Tú eres más querida para Dios que todos los santuarios de Israel.
De ti, Jerusalén, ciudad del Señor, se dirán maravillas. Egipto y Babilonia adorarán al Señor; los filisteos, con Tiro y Etiopia, serán como tus hijos.
Y de ti, Jerusalén, afirmaran: “Todos los pueblos han nacido en ti y el Altísimo es tu fortaleza”.
EL Señor registrara en el libro de la vida a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo; y todos los pueblos te cantaran bailando: “Tú eres la fuente de nuestra salvación”.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Juan (10, 22-30)
Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: “¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tu eres el Mesías, dínoslo claramente”. Jesús les respondió: “ Ya se lo he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, por que no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatara de mi mano. Me las ha dado mi padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno”.

1 comentario:

  1. Podemos empalmar estas dos lecturas siguiendo el hilo temático que las une, y que podría ser el tema de los orígenes. En el evangelio, los nazarenos se asombran al no poderse explicar el origen de la autoridad que emana de Jesús, un aldeano surgido de una familia conocida por todos ellos. Jesús que tenia conciencia de su misión profética se siente desairado por los suyos. En la narración del libro de los hechos, el autor nos permite asomarnos a los orígenes de la iglesia de Antioquía. Ahí se acuño el honroso nombre que ahora llevamos: cristianos. Identidad que nos sobrepasa sin duda, pero que nos alienta a mantener los ojos donde conviene: en la obra y la persona de Cristo Jesús.

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