martes, 24 de abril de 2012

Lecturas del Día Martes, abril 24, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (7, 51-8, 1)
En aquellos días, habló Esteban ante el sanedrín, diciendo: "Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres. ¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, al que ahora ustedes han traicionado y dado muerte. Recibieron la ley por medio de los ángeles y no la han observado". Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado". Diciendo esto, se durmió en el Señor. Y Saulo estuvo de acuerdo en que mataran a Esteban.

Salmo Responsorial:
Salmo 30
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya.
Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me salve. Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre, dirígeme y guíame.
En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. En ti, Señor, deposito mi confianza y tu misericordia me llenará de alegría.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia; cuídame, Señor, y escóndeme junto a ti, lejos de las intrigas de los hombres.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 30-35)
En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué signo vas a realizar tú, para que lo veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo". Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".

1 comentario:

  1. El relato de la ejecución de Esteban está concentrado en el contraste que forman la figura de la víctima y los ejecutores. Esteban aparece seguro de sí mismo, lleno de la fuerza del Espíritu Santo. La visión que tiene de la Gloria de Dios le reviste de fortaleza y entrega su vida sin resentimiento ni temor alguno. Los ejecutores rechinan los dientes movidos por la ira, dan gritos, lanzan piedras y se abalanzan en masa contra un solo hombre. De refilón nos presentan la aprobación tácita que hacía un joven llamado Saulo de dicho suceso. El discurso de Jesús en el cuarto Evangelio promete la vida a quien coma de su pan. Reconocer a Jesús pavimenta el camino a la vida eterna. Los cristianos reconocieron en la muerte de Esteban el camino que lo conduciría a la vida. No es que Dios, ni Jesús mismo, reclamen una prueba suprema de amor, como lo sería el martirio. Es la tozudez humana la que cree necesario arrancar de en medio a los verdaderos testigos de Jesús.

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