domingo, 1 de abril de 2012

Lecturas del Día Domingo, abril 1, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Isaías (50, 4-7)
En aquel entonces dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".

Salmo Responsorial:
Salmo 21
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre".
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado.
A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore.

 Segunda Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (2, 6-11)
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (14, 1-15, 47)
Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: "Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo." Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: "¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres." Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: "Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya." Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno. El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?" Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: "Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros."

1 comentario:

  1. Traiciones, delaciones, amigos que se acobardan y reniegan del maestro que les invitó, a permanecer a su lado... Jesús se va sintiendo cada vez más sólo y más distante del grupo de sus discípulos. La angustia de la muerte próxima lo debilita. No dispone, humanamente hablando, de más compañía y apoyo que la del pequeño grupo de mujeres que permanecen próximas al sitio donde lo crucifican. La brutalidad y las golpizas que le propinan los soldados romanos no quebrantan su perseverante fidelidad. A sabiendas de que no quedaría defraudado, venció el pánico de la muerte y aguardó esperanzadamente la irrupción del Señorío de Dios en la hora sombría de su muerte.
    En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una entrada solemne (II), antes de la misa principal., por medio de una entrada sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión) antes de algunas otras misas que se celebren con gran asistencia del pueblo.

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