viernes, 13 de abril de 2012

Lecturas del Día Domingo, abril 8, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10, 34. 37-43)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con El después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".

Salmo Responsorial:
Salmo 117
Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna".
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.

Segunda Lectura:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3, 1-4)
Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 1-9)
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

1 comentario:

  1. Los discípulos de Jesús jamás volverían a ser los mismos. Su existencia había quedado partida en dos mitades por los sucesos ocurridos en la pascua del año 30. Jesús había suscitado grandes esperanzas entre, la gente de pueblos y aldeas de Galilea y de pronto, en aquella pascua lo habían quitado de en medio los que decían representar a Dios ante Israel. Juan y Pedro. fueron a rastrear las huellas del sepulcro donde lo habían colocado. Los informes de las mujeres eran alarmantes. El cuerpo del Señor había desaparecido. La tumba vacía era la evidencia de su resurrección. Juan y Pedro rememoraron entonces las palabras proféticas del resucitado y dieron crédito a la fidelidad de Dios de la vida que hace justicia a quienes confían en Él.

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