lunes, 23 de abril de 2012

Lecturas del Día Domingo, abril 22, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (3, 13-15. 17-19)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
"El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados".

Salmo Responsorial:
Salmo 4
En ti, Señor, confío. Aleluya.Tú que conoces lo justo de mi causa, Señor, responde a mi clamor. Tú que me has sacado con bien de mis angustias, apiádate y escucha mi oración.
Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo, y siempre que lo invoco me ha escuchado; por eso en Él confío.
En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz, pues sólo tú, Señor, eres mi tranquilidad.

Segunda Lectura:
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 1-5)
Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque Él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a El.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (24, 35-48)
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un trozo de pescado asado; El lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".

1 comentario:

  1. La gloria de Dios es inaccesible a nosotros los mortales. Algún destello de su grandeza se nos ha aproximado en la persona de su Hijo. Por algo la carta a los Hebreos lo llama "reflejo de su gloria, impronta de su ser". Los primeros discípulos atisbaron la gloria de Jesús en las vivencias intensas que experimentaron a partir de su paso de la muerte a la vida. De las tensiones, perplejidad y confusión que vivieron los doce y el resto de los discípulos, nos informan todos los relatos pascuales. El tránsito de la existencia antigua a la vida nueva que inauguró Jesús tuvo que ser apuntalao del grupo de los discípulos. La cartado por las señales discretas que el Espíritu del resucitado realizó en medi de Juan nos refiere también el aliento intenso que esa vida nueva suscitó en las primeras comunidades cristianas.

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