martes, 28 de febrero de 2012

Lecturas del Día Martes, febrero 28, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Isaías (55, 10-11)
Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión".

Salmo Responsorial:
Salmo 33
El Señor libra al justo de todas sus angustias.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo.
Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 7-15)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas".

1 comentario:

  1. Quienes han vivido las consecuencias del largo estiaje y la sequía durante los meses recientes saben apreciar el valor del agua. Los habitantes de las grandes ciudades que reciben a cuentagotas y en pipas, agua demasiado cara y escasa, saben de lo que está hablando el profeta Isaías. El agua es un derecho y es la vida. Con mucha razón el profeta Isaías comparaba la fuerza de la palabra divina con una llovizna pertinaz. Ningún ser humano es impermeable a la fuerza transformadora de la palabra. Por más que nos parezcan irredimibles algunas personas, no podemos cancelarles la oportunidad de recomenzar su vida. La sociedad tiene derecho a preservar su seguridad. Sin duda. Pero hay caminos que no implican multiplicar las condenas fulminantes. La pena de muerte seria el reconocimiento vergonzante de nuestra incapacidad para dialogar y convivir respetuosamente.

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