martes, 14 de febrero de 2012

Lecturas del Día Martes, febrero 14, 2012

Primera Lectura:
Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 12-18)
Hermanos: Dichoso el hombre que sufre la tentación, porque después de superarla, recibirá en premio la corona de la vida que Dios ha prometido a los que lo aman.
Que nadie diga cuando sufre una tentación, que es Dios el que lo tienta, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni pone Él mismo a nadie en tentación. Más bien, cuando alguno es tentado, es su propia concupiscencia la que lo arrastra y lo seduce. La concupiscencia concibe y da a luz al pecado; y el pecado, cuando madura, engendra la muerte.
No se equivoquen, queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay ni cambios ni sombras. Por su propia voluntad nos engendró mediante la palabra de la verdad, para que fuéramos, en cierto modo primicias de sus creaturas.

Salmo Responsorial:
Salmo 93
Señor, dichoso aquel a quien tú educas.
Señor, dichoso aquel a quien tú educas y enseñas a cumplir tus mandamientos; cuando lleguen las horas de desgracia, no perderá el sosiego.
Jamás rechazará Dios a su pueblo ni dejará a los suyos sin amparo. Hará justicia al justo y dará un porvenir al hombre honrado. 
Cuando me hallaba al borde del sepulcro, tu amor, Señor, me conservó la vida; cuando se multiplican mis problemas, en tus consuelos hallo mi delicia.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 14-21)
En aquel tiempo, cuando los discípulos iban con Jesús en la barca, se dieron cuenta de que se les había olvidado llevar pan; sólo tenían uno. Jesús les hizo esta advertencia: "Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes". Entonces ellos comentaban entre sí: "Es que no tenemos panes".
Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: "¿Por qué están comentando que no trajeron panes? ¿Todavía no entienden ni acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, sino oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?". Ellos le contestaron: "Doce". Y añadió: "¿Y cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?". Le respondieron: "Siete". Entonces él dijo: "¿Y todavía no acaban de comprender?".

1 comentario:

  1. La carta de Santiago despeja el malentendido frecuente que surge a propósito de las tentaciones. No es Dios quien nos pone pruebas ni tentaciones. El espejismo que nos encandila se origina en nuestro propio interior. El deseo desbordado que nos impulsa a autoafirmarnos de manera egoísta sobre los demás, se nos presenta de forma seductora. En otras palabras, el mal toma la careta del bien. La falta de previsión o la precipitación hizo que los discípulos olvidaran cargar con panes suficientes para el camino. El incidente los retrató de cuerpo entero. Hacían depender su seguridad de la cantidad de bienes disponibles. Así suele pasarnos. Creemos erróneamente que la vida dichosa depende del tamaño de nuestros recursos. Esa ilusión estimula nuestra fiebre posesiva y encadena a la cadena del consumo desmedido e irresponsable.

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