miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lecturas del Día Miércoles, noviembre 7, 2012

Primera Lectura:
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (2, 12-18)
Queridos hermanos míos: Así como siempre me han obedecido cuando he estado presente entre ustedes, con mayor razón obedézcanme ahora que estoy ausente. Sigan trabajando por su salvación con humildad y temor de Dios, pues Él es quien les da energía interior para que puedan querer y actuar conforme a su voluntad.
Háganlo todo sin quejas ni discusiones, para que sean ustedes hijos de Dios, irreprochables, sencillos y sin mancha, en medio de los hombres malos y perversos de este tiempo. Entre ellos brillarán como antorchas en el mundo, al presentarles las palabras de la vida. Así, el día de la venida de Cristo, yo me sentiré orgulloso al comprobar que mis esfuerzos y trabajos no han sido inútiles. Y aunque yo tuviera que derramar mi sangre para que ustedes siguieran ofreciendo a Dios la ofrenda sagrada de su vida de fe, me sentiría feliz y me regocijaría con todos ustedes. Y ustedes, por su parte, alégrense y regocíjense conmigo.

Salmo Responsorial:
Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?
Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas (14, 25-33)
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y Él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
"Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar'. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo".

1 comentario:

  1. Los planteamientos tan exigentes que demanda Jesús a sus discípulos parecen desmesurados para cualquier persona. Rebajar la importancia de la familia ante su seguimiento, desentenderse del propio yo y dejar a un lado todos los bienes materiales son demandas tan radicales que el común de los cristianos escasamente cumplimos. Indudablemente que no han sido letra muerta ni se han convertido en frases puramente utópicas en la vida de algunos cristianos de peso completo. Antes que nadie, el autor de estas exhortaciones las vivió de manera congruente, como también lo hicieron san Pablo, Francisco de Asís, Charles de Foucault o Maximiliano Kolbe. En ellos se hizo posible lo que propone san Pablo en la carta a los Filipenses: Dios activó en ellos el querer y el actuar que sobrepasa la buena voluntad De hecho, el Señor lo activa en cada uno de sus hijos, el problema es que algunos no permitimos que esa benéfica presencia transforme radicalmente nuestra vida.

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