miércoles, 21 de marzo de 2012

Lecturas del Día Viernes, marzo 16, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Oseas (14, 2-10)
Esto dice el Señor Dios: "Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir.
Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos.
Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar "dios nuestro" a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano'.
Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano.
Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés, siempre verde, y gracias a mí, tú das frutos.
Quien sea sabio, que comprenda estas cosas y quien sea prudente, que las conozca. Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen".

Salmo Responsorial:
Salmo 80
Yo soy tu Dios, escúchame.
Oyó Israel palabras nunca oídas: "He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré.
Te respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá, junto a la fuente. Escucha, pueblo mío, mi advertencia, ¡Israel, si quisieras escucharme!
No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros, porque yo el Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro.
¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre". 

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 28-34)
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó:
"¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?". Jesús le respondió: "El primero es: Escucha, Israel: El Señor; nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor; tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos".
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de Él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios".
Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino de Dios". Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

1 comentario:

  1. Ésta es la conclusión con la cual Dios responde en el último capítulo de Oseas al arrepentimiento de su pueblo. La comunidad ha vivido un proceso de reconciliación y su cambio interior ha sido profundo: no volverán a divinizar de forma ciega ningún valor —riqueza, poder militar— antes bien, pondrán su confianza en el Dios que se compadece de viudas y huérfanos. Ese Padre generoso no desampara a los suyos. No hay porque temer ni angustiarse. Desde esa certidumbre el creyente encuentra motivos y razones suficientes para comprender que la exigencia del amor al prójimo puede conciliarse perfectamente con la búsqueda del bienestar personal y del amor a Dios.

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