sábado, 3 de marzo de 2012

Lecturas del Día Sábado, marzo 3, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del Deuteronomio (26, 16-19)
En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: "El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has oído al Señor declarar que Él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz.
Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como Él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso Él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como Él te lo ha prometido".

Salmo Responsorial:
Salmo 178
Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.
Tú, Señor has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos.
Te alabaré con sincero corazón, cuando haya aprendido tus justos mandamientos. Quiero cumplir tu ley exactamente. Tú, Señor, no me abandones.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 43-48)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".

1 comentario:

  1. El último de los libros del Pentateuco enfatiza la condición aparentemente privilegiada de Israel. Dios los ha elegido de entre muchos pueblos para vivir el compromiso de la alianza. No es en manera alguna un privilegio, sino una responsabilidad. El pueblo tiene que mantenerse atento a la voz de Dios, atender a sus mandatos justos y cumplirlos. El Señor Jesús ensancha en el Evangelio de san Mateo la responsabilidad de los discípulos: ellos, sus seguidores no son una secta cerrada, ni una agrupación mafiosa. Es una comunidad abierta que busca acoger sin condiciones, a quienes sufren alguna necesidad. Están dispuestos a vivir así, porque así vive su Dios, derramando sus favores y beneficios sobre hombres y mujeres de toda condición y origen.

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