miércoles, 7 de marzo de 2012

Lecturas del Día Miércoles, marzo 7, 2012

Primera Lectura:
Lectura del libro del profeta Jeremías (18, 18-20)
En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre sí:
"Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan, ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos".
Jeremías le dijo entonces a Dios:
"Señor, atiéndeme. Oye lo que dicen mis adversarios. ¿Acaso se paga bien con mal? Porque ellos han cavado una fosa para mí. Recuerda cómo he insistido ante ti, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu cólera". 

Salmo Responsorial:
Salmo 30
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame, Señor, de la trampa que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás.
Oigo las burlas de la gente y todo me da miedo; se conjuran contra mí y tratan de quitarme la vida.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen.

Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (20, 17-28)
En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: "Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de Él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará".
Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?". Ella respondió: "Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino". Pero Jesús replicó: "No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?". Ellos contestaron: "Sí podemos". Y Él les dijo: "Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado"
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos".

1 comentario:

  1. La palabra profética de Jeremías incomodó a jueces, sacerdotes y demás dirigentes de Jerusalén. Sus oráculos y denuncias desnudaban sus mentiras e idolatrías. La palabra del profeta era un brasa quemante que no podían soportar. Su obcecación emitan seria que en lugar de abrirse a la verdad de su reclamo, planearon darle muerte El Señor Jesús padeció una situación semejante. Su denuncia profética contra el culto perverso que organizaban en el templo de Jerusalén, desconcertó a las autoridades religiosas. Éstas argumentaron como políticos pragmáticos y no como oyentes de la voluntad de Dios y concluyeron que, Jesús era una amenaza demasiado peligrosa y que convenía quitar de en medio.

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