jueves, 7 de marzo de 2013

Lecturas del Día Jueves, marzo 7, 2013

Primera lectura:
Del libro del profeta Jeremías: 7, 23-28
Esto dice el Señor: "Ésta es la orden que di a mi pueblo: 'Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen siempre por el camino que yo les mostraré, para que les vaya bien'.
Pero ellos no escucharon ni prestaron oído. Caminaron según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, y en vez de darme la cara, me dieron la espalda, desde que sus padres salieron del país de Egipto hasta hoy. Yo les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero ellos no los escucharon ni les prestaron oído. Endurecieron su cabeza y fueron peores que sus padres. Tú les dirás, pues, todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: 'Éste es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca' ".

Salmo responsorial:
Del salmo 94
R/. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; Él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras". R/.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: "Este expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: "Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama".

1 comentario:

  1. El nexo aparentemente remoto entre el texto profético de Jeremías y el pasaje del Evangelio de san Lucas es estrecho. Tanto Jeremías como el Señor Jesús fueron desoídos por la generalidad de sus oyentes. Como bien lo explicita el profeta, no fue a los mensajeros a quienes rechazó el pueblo, sino a Dios mismo. Ni el profeta de Anatot ni el profeta de Nazaret hablaban a título personal. Ambos se concebían como portadores de un mensaje proveniente de Dios. El profeta no hace cuentas alegres ni le apuesta al repentino cambio de corazón del pueblo. Las evidencias de la tozudez y la terquedad de espíritu están más que patentes en el pasaje evangélico. Incapaces de negar los milagros y señales curativas de Jesús, sus contemporáneos intentaron desautorizar el sentido último de tales signos. Olvidaban que el Dios de Israel es el defensor primero de la libertad y la dignidad personal. Jesús no podía servir al reinado soberano de Dios, aliándose con las fuerzas que propagaban la dominación alienante.

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