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Origen divino del Mesías |
Del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2.10.25-30
En aquel tiempo,
recorría Jesús la Galilea, pues no podía andar por Judea,
porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía
de las Tiendas. Pero después que sus hermanos subieron a
la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de
incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: ¿No es a
ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda
libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras
las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos
de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie
sabrá de dónde es. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el
Templo y diciendo: Me conocéis a mí y sabéis de
dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta;
sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero
vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de
él y él es el que me ha enviado. Querían,
pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no
había llegado su hora.
Oración introductoria: Dios mío, no permitas que
no sepa encontrarte en esta meditación. Necesito de tu misericordia.
Dame tu gracia para poder dejar a un lado todo
lo que pueda distraerme, realmente quiero llegar a contemplarte y
reconocerte, aunque no sea digno de ello.
Petición: ¡Jesús, dame el
don de conocerte experimentalmente!
Meditación del Papa: Todo anuncio nuestro debe confrontarse
con la palabra de Jesucristo: "Mi doctrina no es mía".
No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de
la Iglesia, de la cual somos servidores. Pero esto, naturalmente,
en modo alguno significa que yo no sostenga esta doctrina
con todo mi ser y no esté firmemente anclado en
ella. En este contexto, siempre me vienen a la mente
aquellas palabras de san Agustín: ¿Qué es tan mío como
yo mismo? ¿Qué es tan menos mío como yo mismo?
No me pertenezco y llego a ser yo mismo precisamente
por el hecho de que voy más allá de mí
mismo y, mediante la superación de mí mismo, consigo insertarme
en Cristo y en su cuerpo, que es la Iglesia.
Si no nos anunciamos a nosotros mismos e interiormente hemos
llegado a ser uno con aquél que nos ha llamado
como mensajeros suyos, de manera que estamos modelados por la
fe y la vivimos, entonces nuestra predicación será creíble. No
hago publicidad de mí, sino que me doy a mí
mismo.(Benedicto XVI, 5 de abril de 2012).
Reflexión: "Los judíos trataban de
matarlo". Jesús es el prototipo del justo que resulta incómodo
y cuyo testimonio se quiere silenciar. Sin embargo, todas
las acusaciones que le hacen son "viscerales", nacidas del odio.
Por ejemplo, dicen que saben de donde viene Jesús; el
Mesías, en cambio no, por lo tanto Jesús no es
el Mesías porque saben de dónde viene Jesús. Otras veces
le creen endemoniado, otras le critican porque por encima
de la ley da más preferencia a la vida de
las personas. Lo que los fariseos buscan es desacreditarle y
huir para no tener que aceptar su testimonio. No obstante,
Jesús "grita" valientemente su identidad: "yo no vengo por mi
cuenta, sino enviado por el que es veraz, a Ése
vosotros no le conocéis; yo le conozco porque procedo de
Él y Él me ha enviado." Pero como aún no
había llegado su hora, la hora de la cruz en
donde los fariseos entonces empezarán a creer más en él.
Y aunque se esforzarán por acabar completamente con sus enseñanzas,
se darán cuenta de que efectivamente Jesús era el Mesías.
También en el mundo de hoy, junto a muchas
personas que creen y aceptan a Cristo, hay otras muchas
que han optado por ignorarlo, o incluso, por perseguir toda
idea suya. Por esto sus seguidores corren igual suerte. En
una sociedad que va perdiendo los valores fundamentales como el
respeto a la vida, la caridad, el perdón, debería llevarnos
a luchar y trabajar por extender el reino de Cristo
y no sólo a lamentarnos por la situación. Nosotros somos
los que cambiaremos el corazón de las personas con nuestro
testimonio de cristianos. Tal vez no lleguemos a ser perseguidos físicamente,
pero sí desacreditados y criticados por buscar la coherencia de
vida con nuestra fe. No temamos ser fieles a Cristo,
porque si Él está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Propósito: Iniciar siempre
mi oración y mis actividades invocando al Espíritu Santo.
Diálogo
con Cristo: Padre y Señor mío, el poder conocerte en Jesús
y poder comunicarme contigo por medio del Espíritu Santo es
una gracia que no he sabido aprovechar. Te ofrezco mi
libertad, permite que esta oración me lleve a la experiencia
de tu amor, y que esta experiencia determine mi vida,
mi comportamiento, la forma en que me relacione con los
demás. Que mis debilidades no impidan que pueda darte a
los demás. Que tu Palabra penetre hondamente en mi corazón
y la trasmita fielmente a todas las personas que pongas
en mi camino.
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