miércoles, 20 de febrero de 2013

Lecturas del Día Miércoles, febrero 20, 2013

Primera lectura:
Del libro del profeta Jonás: 3, 1-10
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar".
Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: "Que hombres y animales, vacas y ove-jas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos".
Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.

Salmo responsorial:
Del salmo 50
R/. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.

Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás".

1 comentario:

  1. LA SEÑAL DE JONÁS
    El lenguaje verbal, los discursos, las prédicas y sermones no son hoy lo suficientemente convincentes para suscitar conversiones en masa como las que nos refiere el texto del profeta Jonás. El profeta rebelde vivía en circunstancias distintas a las nuestras y sabía que en una cultura marcadamente religiosa como la suya, su prédica profética impresionaría el ánimo de los ninivitas que terminarían por convertirse a Dios y ser perdonados. Jonás era un ferviente nacionalista que no estaba dispuesto a mover los labios a favor de los odiados ninivitas. El Evangelio de san Lucas refiere la denuncia que el Señor Jesús lanzó contra los oyentes distraídos que ninguneaban su mensaje y su testimonio. El argumento decisivo es más que evidente: los extranjeros buscaron con disposición y buena voluntad el camino de la salvación en tiempos de Jonás y Salomón; en cambio, los vecinos de Galilea menospreciaban al profeta de Nazaret por la insignificancia de sus orígenes familiares. Un mal pretexto para desoír su llamada profética.

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